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Prensa Latina

Omara Portuondo: “No cambiaría nada de mi vida, pero el mundo ha de ser más equitativo”

La legendaria cantante cubana asistirá hoy a la presentación del documental 'Omara' en el festival In-Edit en los Aribau Multicines, e interpretará algunas canciones

Uno de los platos fuertes del cartel del festival In-Edit de documentales musicales es Omara, el largometraje firmado por Hugo Pérez sobre la legendaria cantante cubana Omara Portuondo (La Habana, 1930).

La llamada novia del fílin (La Habana, 1930) asistió el jueves a la presentación barcelonesa de la película en la Sala 5 de Aribau Multicines (21 h), donde interpretó algunas canciones acompañada de un pianista.

La diva cubana cuenta con 92 años y sigue plenamente en activo, actuando allá donde la llamen.

Ya sé que es un tópico, pero ¿qué es el fílin para usted?

Es un movimiento creado por un grupo de jóvenes, con armonías, letras e interpretaciones cargadas de sentimiento, de ahí su nombre.

¿Cómo resumiría el documental Omara?

Bueno, cada cual sacará sus conclusiones. Solo puedo decir que tanto la dirección, el guión y su realización estuvieron a cargo de un equipo muy profesional y dedicado, que se encarga, con mucho respeto y afecto, de mostrar experiencias y momentos de mi vida.

Usted suele decir que morirá en el escenario, pero ¿se sigue disfrutando tanto de él como cuando usted comenzaba?

Es mi forma de vivir. Lo sigo disfrutando cada vez que la vida me lo permite y los promotores también. Ellos me dan esa posibilidad de estar junto al público, que es por quien yo canto.

Y cuando sube al escenario, ¿cuál es su principal prioridad?, ¿siempre ha sido la misma?

Mi prioridad siempre ha sido dar lo mejor, disfrutando mi trabajo, para que el público así lo reciba y lo disfrute también.

A sus 92 años, la cantante sigue plenamente en activo In-Edit
De las infinitas colaboraciones que ha hecho, ¿de cuáles guarda mejor sabor?

Cada colaboración ha sido una experiencia diferente en mi carrera. El trabajo junto a María Bethania, desde las grabaciones con ella y la gira por Brasil, la guardo con mucho cariño, pero han sido muchísimas, desde los años cincuenta, junto al Cuartelo D’Aidas en Tropicana, con Nat King Cole, en aquella época, hasta la actualidad, y ahora con Natalia Lafourcade, con quien estuve este 27 de octubre en el Carnegie Hall de Nueva York.

Cambio de tema. ¿Cómo explicaría lo que fue el fenómeno del Buena Vista Social Club?

Un fenómeno no planificado, que surgió de la nada. Un disco que se convirtió en un suceso, luego un documental que, al igual que el disco, tuvo gran éxito y repercusión para nuestra música y, con ellos, largos periodos de giras por el mundo.

Hasta aquel redescubrimiento del Buena Vista, ¿le faltaba algo en su vida musical?

A mí no.

Cuba hoy
Cuba en estos momentos se encuentra en una situación difícil; las sociedades sufren cambios y los cambios los hacen los gobiernos y sus políticas. Yo lo que hago es cantar".

Usted sigue viviendo en La Habana en el siglo XXI. ¿Cómo ve la ciudad y Cuba en general ahora en comparación con tiempos pasados?

Cuba en estos momentos se encuentra en una situación difícil; no se pueden comparar los tiempos, las sociedades sufren cambios y los cambios los hacen los gobiernos y sus políticas. Yo lo que hago es cantar.

Incluso en pleno boom de los ritmos urbanos latinos. ¿Le gustan?

¡Qué bueno! En la vida hay espacio para todos los gustos. Es un género actual muy seguido, sobre todo por los jóvenes. Lo único son los textos muy fuertes que realmente no me gustan, pero es un gran logro urbano latino.

La música ¿o es sensual o no es?

La música puede ser sensual, todo depende de quien la escucha y del tipo de música.

¿Qué cambiaría de estos más de noventa años de vida?

De mi vida no cambiaría nada. En general, que el mundo fuera más equitativo, que no hubiera tanta pobreza, ni guerras.

La Vanguardia

Omara Portuondo Peláez


cantante, arte

Hay algo de cinematográfico en la historia de Omara Portuondo. Hija de una mujer de familia española y bien que abandonó su círculo social para casarse con un bello jugador negro del equipo nacional cubano de béisbol —lo que la llevó a tener que ocultar en público este enlace, pues los matrimonios mixtos no estaban nada bien vistos en Cuba en aquella época—, Omara entró en contacto con la música ya en su más tierna infancia. Como en cualquier otro hogar cubano, la futura cantante y sus hermanos crecieron rodeados de la música que, a falta de gramófono, entonaban sus padres.