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Cuba celebra el centenario de su vedette Rosita Fornés

Con una Gala de homenaje titulada la Fornés, por siempre, en el teatro Martí, el 11 de febrero, a las 8:30 pm, y 12 de febrero, a las 5:00 pm. Un momento para el tributo a la inolvidable vedette de Cuba en un espectáculo con la dirección artística de Alfonso Menéndez.

Hoy se cumple el centenario del natalicio de la vedette cubana Rosita Fornés

Autor: Pedro de la Hoz | pedro@granma.cu

10 de febrero de 2023 17:02:19
Rosita Fornés fue cubana por nacionalidad, cultura y sentido de pertenencia. Foto: Alberto Borrego

«¿Cómo hablar del arte en Cuba sin mencionar a Rosita Fornés? ¿Cómo hacer un recuento de la vida cultural del país entre los siglos XX y XXI sin hablar de Rosita Fornés? ¿Cómo ser cubanos y contemporáneos si no contemplamos en nuestro imaginario y nuestra memoria colectiva la figura de Rosita Fornés? ¿Cómo decir que tenemos un arte lírico, una comedia musical, un teatro vernáculo, un teatro dramático, una canción nacional, un cine, un cabaré rutilante y universal y una vedette única e insustituible sin mencionar el nombre glamoroso y universal de Rosita Fornés? ¿Cómo antologar a las figuras más prominentes del siglo XX sin incluir el nombre de ella? Imposible».

A esa conclusión, preguntándose y respondiéndose a sí mismo, llegó el poeta Miguel Barnet al celebrar, en 2018, el 95 cumpleaños de la artista. Podríamos suscribir a plenitud tal acierto ante su centenario.

Había nacido en Nueva York el 11 de febrero de 1923, bajo el nombre de Rosalía Palet Bonavia. Tuvo una itinerancia cosmopolita; Estados Unidos, España y México como territorios naturales, mas fue cubana por nacionalidad, cultura y sentido de pertenencia. Aquí, antes, ahora y siempre será Rosita Fornés.

Con ese nombre artístico, el 12 de septiembre de 1938 obtuvo el primer premio en el espacio de aficionados La Corte Suprema del Arte, de la radioemisora habanera CMQ, al cantar la milonga La hija de Juan Simón.

Había definido su vocación. Recibió clases de prestigiosos profesores: Mariano Meléndez (canto), Enriqueta Sierra (declamación) y Margarita Lecuona (ballet). Lo demás vino por intuición, musicalidad innata y el ejercicio cotidiano sobre las tablas al lado de directores y primeras figuras del arte que le transmitieron experiencias y conocimientos.

Sobre esto dijo en una ocasión: «La gente me preguntaba si a mí me habían enseñado cómo moverme, cómo caminar sobre un escenario. La verdad es que no, yo lo hacía espontáneamente. Pero siempre tenía bien en cuenta lo que estaba representando. Hice montones de personajes. Unos se movían de una manera y otros de otra. Pero insisto: eso para mí era la vida. Me encantaba mi trabajo, subir al escenario era mi mejor momento. Y siempre tuve la suerte de hacerlo frente a mucho público, siempre a teatro lleno».

Contratada por su mentor artístico, el español radicado en Cuba, Antonio Palacios, hizo su debut teatral en 1941, en el Principal de la Comedia, en la zarzuela El asombro de Damasco, del madrileño Pablo Luna. Ese mismo año, el gran compositor Ernesto Lecuona la llevó a una compañía de arte lírico fundada por él en la cual participó en La del manojo de rosas y Los gavilanes. De ahí pasó a la tropa de Miguel de Grandy, para brillar en Luisa Fernanda, La viuda alegre, Las Leandras, La verbena de la paloma y La Duquesa de Bal Tabarin, entre otras zarzuelas y operetas. Carrera imparable de una joven figura que a los 21 años recibió un reconocimiento por parte del Principal de la Comedia.

En 1945 viajó por primera vez a México fichada por los estudios fílmicos Azteca. Ya en La Habana había debutado en el cine, con Una aventura peligrosa, del pionero de la industria cubana, Ramón Peón, en 1939, pero México significaba una propuesta interesante.

Allá actuó y cantó en el Lírico y el Tívoli, alternó con Hugo del Carril, Libertad Lamarque, Toña la Negra, Pedro Vargas y otras figuras de la época. En 1947 la Asociación de Periodistas de los Estados Unidos Mexicanos la proclamó Primera Vedette de México y, en 1949, Prensa Asociada de los Estados Unidos Mexicanos le concedió el título de Primera Vedette de América.

Casada desde 1948 con el actor, director artístico y empresario mexicano Manuel Medel, ambos formaron compañía tres años después para actuaciones en Mérida, e incorporaron a su colectivo a los notables cantantes líricos españoles Pepita Embil y Plácido Domingo (padre).

Del teatro a la pantalla: La carne manda (1948, dir: Chano Urueta), Cara sucia (1949, dir: Carlos Orellana), Mujeres de teatro (1951, dir: René Cardona), Del can can al mambo (1951, dir: Chano Urueta), Piel canela (1953, coproducción mexicano-española, dir: Juan José Ortega), El mariachi desconocido o Tin Tan en La Habana (1953, México, dir: Gilberto Martínez Solares), Hotel Tropical (1954, coproducción cubano- mexicana, dir: Juan. J. Ortega).

Ahí está el grueso de su producción fílmica, mayor incluso de cuando muchos años después, en 1983, en Cuba, el director Juan Carlos Tabío la recuperó para el cine con Se permuta, lo cual le abrió las puertas a nuevas participaciones en filmes de la Isla como Plácido (1986), Papeles secundarios (1989), Quiéreme y verás (1994), Las noches de Constantinopla (2001), Al atardecer (2001) y Mejilla con mejilla (2011).

El matrimonio con Medel fracasó, y en 1954 Rosita se estableció nuevamente en Cuba con la hija de ambos, Rosa María Medel. La naciente televisión cubana le hizo espacio. En su primera salida por la pequeña pantalla, en el show Gran Teatro Esso, en CMQ-TV con la opereta La casta Susana, bajo la dirección musical del maestro Gonzalo Roig, el mismo de Cecilia Valdés, conoció a Armando Bianchi, su futuro esposo, valiosa figura del espectáculo, fallecido en 1981 en un accidente en una playa al este de La Habana.

Por décadas en Cuba protagonizó programas estelares, mientras alternaba en su carrera con una activa participación en revistas de variedades, participaciones en festivales nacionales y extranjeros y, por supuesto, la escena lírica musical. Tras la entrada de los rebeldes a la capital cubana en enero de 1959 –tuvo noticias del hecho mientras giraba por España, por lo que adelantó la vuelta– se contó entre las fundadoras del Teatro Lírico Nacional.

Prácticamente nunca dejó de trabajar, ni aún cuando se despidió de la zarzuela con las puestas de Cecilia Valdés (1998) y María La O (1999). Resultó memorable su protagonismo en la pieza teatral Confesiones en el Barrio Chino, que Nicolás Dorr le dedicó.

El 10 de junio de 2020 cerró los ojos. Al despedirla, muchos tuvieron la convicción de sentir a la Fornés como una rosa tatuada en el alma cubana.

Radio Progreso, Granma

Rosalía Lourdes Elisa Palet Bonavia


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Actriz, cantante y vedette. Una de las más versátiles artistas cubanas, con más de sesenta años de carrera. Ha transitado por todos los géneros y se ha presentado con extraordinario dominio en todos los medios. Rosita Fornés ha llegado a ser identificada como la gran vedette de Cuba. Su verdadero nombre es Rosalía Palet Bonavia, pero para el mundo artístico ha sido siempre Rosita Fornés, o sencillamente Rosita como le dicen muchos de sus admiradores.