Jenny
Alfonso
Relova

Jenny  Alfonso  Relova
Nacimiento:  
9
/
6
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1976

Pintora cubana radicada en el sur de Francia, donde dirige el Artelier Habana. Explica de su trayectoria que se trata de "la Tierra como capullo, la Madre Tierra, la tierra natal, mis orígenes. La naturaleza y la unión simbiótica necesaria con otros individuos. Casi todas las obras salen ‘cubanizadas’, muy coloridos. En el corazón del trabajo está el cuerpo de la mujer, la madre, la que da y que toma.

"La materia realmente es ‘vida’, así que mis collages se componen de hojas, tierra, madera, piedras, flores, metales, café, todo mezclado con el acrílico, convirtiéndose en árboles, juntándose a la naturaleza, emitiendo un roce de calidez y transparencia. Las plumas suelen señalar la maternidad, recordándome la niñez, la tierra prometida (perdida). La tierra y los materiales naturales fertilizan el lienzo, los cuerpos tienen volumen, invitan al emparejamiento. El espectador se convierte en un símbolo importante de la obra en sí, viendo desde fuera, asimilando la obra."

En la actualidad reside en Sospel que es un pueblo perdido en la trastierra alpina de la Riviera francesa. Allí trabaja, posee su taller y vive desde hace casi una década esta artista cubana. Una vida llena de azares tan felices como dolorosos la llevó un buen día hasta este sitio por el que pocos pasan.

El taller de Jenny colinda con el puente medieval de Sospel, en la antigua ruta de la sal, único en la región que exigía el pago de un impuesto para atravesarlo. Parte de la obra de las dos últimas etapas de su creación se encuentra en ese espacio, que también sirve de hostal para quienes desean vivir la experiencia de dormir en un taller de artista.

Desde los 11 a los 13 años estuvo viviendo en Londres pues su padre fue designado en un puesto oficial. De regreso a Cuba no podías volver a adaptarte al estrecho marco que el país ofrecía entonces.

A los 15 años tomó la decisión de irse de Cuba: sus horizontes estaban en otra parte. Comenzó el "Período Especial" y tuvo que hacer el preuniversitario becada en el campo condición imprescindible entonces para estudiar una carrera universitaria (Arquitectura), un año después abandonó este empeño y no terminó el bachillerato.

Estudió francés. Al final, pudo terminar estudios en la facultad de Economía. Salió de Cuba a los 19 años, solicitó asilo político en Londres, solicitud que no fue aceptada.

Fue en Londres donde, complaciendo a un amigo por su cumpleaños, compró sus primeras telas, pinturas y pinceles y se lanzó lancé a esa aventura. Se inscribió en un curso de Diseño y Decoración de Interiores pero un buen día tuvo que salir del Reino Unido, con una tarjeta de identidad falsa que le prestó una española, pues ya estaba en el límite del permiso de residencia.

Atrás quedaron cuatro maletas llenas de libros y sus primeras pinturas. Lleguó a Madrid. Aquello fue un choque, pues tuvo que trabajar en lo que fuese. Hasta cuatro trabajos al mismo tiempo hacía, pero pudo legalizar su residencia y traer a su madre a España. Fueron años muy duros en los que trabajaba como profesora de inglés para sobrevivir. Pintó poco. Con lo que estaba viviendo, no daban ganas.

En 1998, cuando obtuvo la nacionalidad española, se fue a París, el sitio con el que siempre soñó. Cuidó niños y terminó, al fin, los estudios de Diseño para seguir pintando. Se casó, encauzó su obra y nació la primera serie con temas inevitablemente relacionados con ese fantasma llamado Cuba. En aquel entonces mezclaba arena de Varadero, con frijoles y ramas recogidas en la playa. Cuba volvía sin cesar a su mente y sentía que tenía que plasmar de alguna manera sus recuerdos para extirparlos de una vez y pasar a otra cosa.

Mi bandera es una obra clave, pues necesitaba volver a las raíces y quería una bandera cubana. No pudiendo procurársla en el mercado, la fabricó, como hicieron en otra época (y circunstancias, por supuesto) los mambises. Qué mejor material y con más fuerza y azul que sus propios jeans de idas y venidas, compañeros de oficinas de emigración, fronteras, colas para ser la ciudadana digna de algún lugar del Primer Mundo.

En el año 2000 participa en París en una muestra colectiva en la que obtuvo un premio y funda una asociación de artistas cubanos en Francia llamada Lézard cubain, la que oficializó su existencia como artista.

Se establece en Sospel en el 2003 a partir de ese momento su obra gana en universalidad la tierra aparece con una dimensión mucho más amplia y tus cuestionamientos son de índole global.

Nace así la serie de Mitologías griegas, símbolos para reunir en un todo mi cercanía a la naturaleza y mi reafirmación como mujer. Los griegos de la Antigüedad representaban la fuerza de la naturaleza mediante personajes semihumanos y semidioses. En esa época pinté decenas de mujeres, muchas veces con largas trenzas que eran raíces, hojas y ramas como si fuesen ideas que se desprenden de ellas.

Luego surgió la serie Fragmentación de la obra (2006): pedazos de mundo de los que estamos constituidos los humanos, nuestras contradicciones, dobleces. Nadie es íntegro de todo. Somos superposiciones. Son también fragmentos de la necesidad de "purificar" cada cuadro.

En la actualidad se empeña en un proyecto de residencia para artistas que ha sido por puro altruismo. Quiere compartir este sitio original, maravilloso e insólito en que vive, con jóvenes artistas, sin títulos ni premios, para que puedan interactuar con la gente de aquí y vibrar al ritmo de la naturaleza. Viven rodeados de montañas, de ríos, saltos. Hay sol de sobra, el pueblo es medieval, cargado de historia. Desea que la residencia para artistas esté habilitada respetando al máximo el entorno natural: un sitio donde pintar, escribir, esculpir, imaginar, moldear, tornear o hacer un retiro creativo, según el deseo de cada cual.