Rubén Agnelio
Martínez
Villena

Rubén Agnelio Martínez Villena
Foto
Cubaperiodistas
Nacimiento:  
20
/
12
/
1899
Fallecimiento:  
16
/
1
/
1934

Luchador e intelectual revolucionario cubano. Fue uno de los más importantes intelectuales de su generación, con una obra destacada en la poesía. Dirigente del Partido Comunista cubano en la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado.

En una casa de tablas hoy marcada con el No. 68, situada en una calle que más tarde tomó el nombre de Máximo Gómez nació Rubén Agnelio Martínez Villena en Alquízar, provincia Artemisa (antigua provincia La Habana).

La madre, María de los Dolores de Jesús Manuel de Villena y Delmonte, era una mujer delicada, de gran belleza y gestos refinados. De ella heredó el hijo los rasgos, la bondad, y el refinamiento de los gustos.

Del padre Kuciano Agustín Rogelio Martínez Echemendía, recibió la rebeldía del carácter, el concepto del honor, aquella energía suya emprendedora, la voluntad y el anteponer el deber ante todo. De él heredó también la aptitud intelectual.

A los tres años va con su padre en un tren al que sube Máximo Gómez, quien impresionado ante la mirada del pequeño le anuncia: “Tu vida tendrá luz plena de mediodía”. Y así fue.

Olvidado de sí mismo para entregarse a los demás, Rubén comenzó a desplegar sus energías en 1923, un año que marcó su consagración revolucionaria.

Hizo suyo un gesto rebelde de su generación: la Protesta de los Trece, acción política en la que junto a otros jóvenes intelectuales reveló públicamente impúdicos negocios de un alto funcionario del gobierno de turno.

En enero de 1924 conoce a Asela Jiménez, quien se convierte en su esposa un 1ro. de agosto de 1928. El 23 de junio de 1932 nace su hija Rusela Villena.

Tenía 34 años de edad cuando la noche del 16 de enero de 1934, en un sanatorio de las afueras de La Habana, quedó apagada su vida como luz que despedía el último destello, pero sus ideas y simiente continuaron irradiando para guiar a otras generaciones de revolucionarios cubanos.

Cuando contaba con 5 años su familia se traslada a La Habana. Comenzó a escribir sus primeros versos a los 11 años. A los 12 matricula el Instituto de Segunda Enseñanza.

En 1916 se gradúa de Bachiller en Letras y Ciencias y en septiembre del mismo año matricula en la Escuela de Derecho de la Universidad de La Habana hasta graduarse en el año 1922 con el título de abogado.
En el transcurso de su carrera universitaria comenzó su labor poética siendo, a los 21 años un poeta conocido. Para complacer a su madre matricula Licenciatura en Derecho en la Universidad de La Habana (Doctor en Derecho Civil y Público). Se gradúa en 1922.

Mientras cursa estudios trabaja en el gabinete del doctor Don Fernando Ortíz, lo que le valió para formar su conciencia antimperialista y su carácter patriótico. Ya desde esa época se pasea por La Habana con un sombrero de pajilla pero teñido de carmelita como protesta por los altos precios del artículo.

Su vida pasa por el periodismo militante que se inicia en 1817 al publicar en la revista Evolución el 25 de julio de 1917, la oración fúnebre a su maestro de sexto grado.

Desde muy joven Villena demostró habilidades para la literatura estimulado por sus padres y fomentado por las relaciones entabladas con intelectuales de la talla de Enrique Serpa y Juan Marinello.

Tuvo una breve pero fecunda vida como poeta. Legó poemas muy reconocidos como “La Pupila Insomne”, “Mensaje Lírico Civil”, "El gigante", "Insuficencia de la escala y el iris", entre otros. Renunció a escribir poesía para entregarse completamente a la lucha revolucionaria.

En el año 1925 edita y dirige la revista "Venezuela Libre" cuya redacción fue conocida como la "Cueva Roja". Dos años después, surge la publicación “América Libre”, que tendría como lema: "Por la unión interpopular americana. Contra el imperialismo capitalista, a favor de los pueblos oprimidos y por la revolución de los espíritus".

En abril de ese mismo año gana el premio de poesía en los Juegos Florales de Holguín con La Medalla del Soneto Clásico.

En 1926 Como miembro de la Liga Anticlerical redacta su folleto: "Cuba, Factoría yanqui".

Dejó a un lado la poesía y lejos de todo adorno desplegó una prosa de denuncia candente en los artículos salidos de su pluma, entre ellos, "Ya vamos siendo parias en nuestra propia tierra", en el que manifestaba su pensamiento antimperialista.

También en sus textos ofreció una interpretación marxista del proceso cubano, propagó las ideas del Socialismo Científico y denunció la política expansionista de Estados Unidos.

Desde el bufete de Fernando Ortiz, donde trabajó primero como auxiliar y después secretario particular, estrechó los vínculos con intelectuales comprometidos. Para entonces, ya se había graduado de abogado y sus servicios estarían desde entonces a disposición de las causas justas.
Muy pronto su nombre comienza a conocerse en los círculos intelectuales vinculado al acontecer político de la Isla. Los fragmentos contenidos en su poema "Mensaje lírico civil", evidencian su temprano compromiso revolucionario.

No es casual, entonces, su liderazgo del grupo que suscribió la Protesta conocida como de los 13, ocasionada por la fraudulenta gestión administrativa del presidente Alfredo Zayas de vender el Convento de Santa Clara.

Consciente de la necesidad de establecer vínculos entre el movimiento obrero y el estudiantado, grupos más radicales de la sociedad cubana, participa en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes invitado por Julio Antonio Mella.

Con el decursar del tiempo, sus estudios de abogacía serían puestos a disposición de Julio antonio Mella, de quien fungiría como abogado defensor en más de una ocasión.

La Falange de Acción Revolucionaria, el Grupo Minorista y el Movimiento de Veteranos y Patriotas se convertirían en espacio para conocer de la inconformidad de Villena con la situación existente en Cuba.

Pero la maduración de su actividad política llegó en 1925 con la creación del primer Partido Comunista de Cuba junto a Carlos Baliño. A partir de ahí, fungiría como uno de los líderes fundamentales de la agrupación.

Para Gerardo Machado ya se había convertido en permanente adversario, pues dirige la huelga general contra él; escribe una carta de protesta contra la prórroga de poderes y funge como asesor legal de la Federación Obrera de La Habana y la Comisión Nacional Obrera de Cuba, todo lo cual le merece el odio del dictador.

A pesar de que se mantiene activo e indoblegable, su salud está resentida, no le acompañan las fuerzas de antes, se agota rápidamente. Poco a poco las dolencias pulmonares van lacerando su ya débil constitución, pero no por ello abandona el compromiso con los más oprimidos.

Constantemente se ve obligado a cambiar de residencia para no caer en manos de los esbirros machadistas.

Junto a un grupo de intelectuales, participa también en la fundación del Grupo Minorista, como él mismo lo definiera era pequeño por el número de sus integrantes, pero grande por la labor que se proponía.

En mayo de 1924 marcha hacia la Florida para aprender a pilotar un avión con el fin de bombardear objetivos militares en La Habana. Es apresado y tiene que regresar a Cuba.

Junio de 1927 lo ve ingresar en la Quinta de Dependientes con el mal que lo llevaría a la muerte: la tuberculosis.

En 1928 es electo miembro del Comité Central del PCC y a la muerte de Julio Antonio Mella, en 1929 le corresponde organizar la primera huelga política de la historia de Cuba.

Viaja a la URSS como forma de escapar del terror que sobre él se desata y con el objetivo de tratar de curarse de la tuberculosis. En Moscú trabaja en la Sección Latinoamericana de la KOMINTERN.
Al agravarse su enfermedad regresa al sanatorio del Cáucaso. Recibe la noticia de lo irreversible de la misma y decide regresar a Cuba.

A pesar de su enfermedad y de conocer su próximo fin, organizó y dirigió la Huelga General Revolucionaria que derroca a Machado el 12 de agosto de 1933. Participa contra todos los consejos de su médico Gustavo Aldereguía en el recibimiento de las cenizas de Mella en el año 1933.

En 1933 con la salud muy deteriorada, que lo obliga a guardar cama, dirige las reuniones del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Ese propio año, en diciembre, asiste a su última reunión antes de ser recluido en el Sanatorio La Esperanza.

Cuando el 16 de enero sus ojos se cerraron definitivamente, las enseñanzas y ejemplo que legó, serían faro y guía en la lucha entablada para hacer realidad lo expuesto en el Mensaje lírico civil: “Hace falta una carga para matar bribones, para acabar la obra de las revoluciones, para lavar la honra de los que padecen ultraje, para limpiar la costra tenaz del coloniaje."


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