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Vanguardia

Verónica Lynn a sus noventa años sigue siendo una maestra de la escena

En la exitosa carrera artística de Verónica Lynn, doña Teresa Guzmán, de la telenovela cubana Sol de Batey, ha sido uno de sus personajes más diabólicos. “Me gustó grandemente asumir ese protagónico por el reto que constituía representar a una terrateniente dueña de esclavos”, dijo en entrevista exclusiva esta prestigiosa actriz que a sus noventa años de edad continúa dando ejemplos de maestría escénica.

Verónica cree que al nacer ya venía con el signo de artista. Y tantas veces se repetió que quería ser actriz que a los cinco años de edad lo tenía fuertemente grabado en la mente y en el corazón, a pesar de que nadie en su familia sentía la menor inclinación por el arte. Su madre adoraba a los artistas porque escuchaba mucho la radio cuando lavaba y planchaba para la calle, como se decía entonces. Mientras ella, con dieciséis años, trabajaba como manicura en una peluquería.

Su debut como actriz fue en la televisión; a su juicio, tardíamente porque tendría entre veintiuno o veintidós años. Debutó en un programa de corta duración que salía al aire a través de distintos episodios. En él a veces asumía personajes humorísticos y otras, dramáticos. Recuerda que en ese programa el actor Severino Puentes era el Señor Gallo y ella era su secretaria. Participaba en aquellos programas de manera gratuita, pero se sentía inmensamente feliz porque, por fin, comenzaba a ser actriz. Por aquellos años conoció al también actor Alfonso Silvestre, que estaba preparando una obra de teatro en la que participaban siete hombres y una mujer. Él le propuso que interpretara ese personaje femenino. Ella nunca ni siquiera había ido a un teatro, pero, por supuesto, aceptó enseguida porque a ella le interesaba actuar y si le decían que aunque fuera en el circo podía hacerlo, para allá se iba gustosamente. Durante los ensayos de esa obra de teatro se dió cuenta de que allí eran mayores las posibilidades de convertirse en una verdadera actriz y, por otro lado, que podía llevar a la vez el trabajo y la actuación. Todos los integrantes de esta agrupación realizaban diferentes labores y ella, para esa época, había dejado de ser manicura y se dedicaba a vender al por mayor distintos productos como champú, tintes para cabellos y pinturas de uña, a varias peluquerías en Marianao. De esa gestión salía su sueldo. Al igual que a la televisión, al teatro asistía sin ganar un centavo. Como todos los integrantes trabajaban, las reuniones comenzaban a partir de las cinco de la tarde y en no pocas ocasiones no podían comenzar a ensayar hasta las siete o nueve de la noche, porque el escenario estaba ocupado por alguna puesta en escena de otra agrupación. Fueron tiempos verdaderamente difíciles durante los cuales apenas le alcazaba el dinero para comer. Pero a pesar de todas esas dificultades sentía que estaba dando pasos seguros para alcanzar su gran sueño.

En aquella época eran las personas pudientes las que patrocinaban los grupos de teatro y por ello existían varias agrupaciones dedicadas a esta manifestación del arte. Estas personas, incluso, entregaban premios a los mejores desempeños artísticos. Con ello pretendían mantener vivo el teatro y comenzaron a proliferar en La Habana pequeños teatros como Prometeo, Arlequín, Prado 260, por solo citar algunos.

Después de varios años haciendo teatro con obras de gran aceptación como Lluvia o La gata en el techo, volvió a la televisión. Eran los años cincuenta y cuatro o cincuenta y cinco, es decir, que todavía no se había producido el triunfo de la Revolución. Para ese tiempo ya era actriz. Había ganado lo que siempre consideró el mayor premio en su vida. Lo obtuvo ciertamente de manera empírica, autodidacta, aunque sí y sobre todo con mucho sacrificio, prescindiendo de cosas tan elementales como comer o dormir porque en esa época estudiaba incansablemente para que todo saliera bien, cómo tenía que mirar, hablar, caminar. Desde entonces hasta hoy han nacido tantos y tantos personajes que lamentablemente la memoria no ha podido retener.

Siempre de manera brillante e imprimiéndole un sello muy peculiar, Verónica ha incursionado en la televisión, el teatro, la radio y el cine. En todos los casos asumiendo mayoritariamente personajes negativos.

Casi todas las veces ha hecho el papel de mala. Ahí están, por ejemplo, personajes tan terriblemente malos como Teresa Guzmán o Doña Perfecta en el teatro. Esos personajes le encantaron. Disfrutó mucho representándolos porque los malos son los que provocan los problemas, los conflictos en una obra. Sería muy aburrido si en una novela, una obra de teatro o en una película no hubieran malos. ¿A quienes se enfrentarían y vencerían los buenos? Los buenos se hacen grandes, se hacen héroes solo cuando son capaces de enfrentar y vencer a los malos.

Considera que cuando se vaya a analizar la actitud de un personaje negativo hay que situarlo en su contexto político y social, en su época. Es decir, donde está ubicado ese ser humano en el tiempo y espacio. Doña Perfecta y doña Teresa pertenecen a clases sociales muy altas, son terratenientes. Poseen grandes riquezas, entonces tienen que defender sus intereses y eso lo interiorizó, se identificó con ellas hasta apropiarse de su personalidad y poderlas representar de manera convincente.

Ciertamente casi todas sus interpretaciones han estado dirigidas a asumir personajes negativos. Pero puedes creer que esos mismos personajes le han llevado a la popularidad. Teresa Guzmán era malísima, inhumana, despiadada, sin embargo, es tan alentador que cuando ha recorrido la Isla desde el Cabo de San Antonio hasta la punta de Maisí, incluso en el Escambray, rodeada de montañas, he oído decir a muchas personas: ”Mira, mira, esa es la mujer de los pajaritos”. Obviamente se están refiriendo a Teresa Guzmán y, a través de ella, a Verónica. Eso realmente te llena de regocijo. Te hace sentir que aunque haya sido malo, malísimo, tu personaje quedó en la memoria popular y eso verdaderamente es gratificante, ha expresado Verónica. Es lo mejor que puede pasarte después de tanto tiempo de estudios y sacrificios, aunque no niego que en nuestra profesión nos divertimos muchísimo".

“Aunque haya sido malo, malísimo, tu personaje quedó en la memoria popular y eso es verdaderamente gratificante”.

Otras muchas telenovelas, a pesar del paso del tiempo, perduran también entre sus admiradores que suman miles a lo largo y ancho del país. Entre ellas Pasión y prejuicio, Las huérfanas de la Obrapía, Fortunata y Jacinta. Igualmente sucede en el cine.

Sin lugar a dudas La Bella del Alhambra es su trabajo preferido en el cine. El personaje de esa señora, consumida por los fracasos en su vida y el vicio, caló muy hondo en Verónica. También le gustó mucho Larga distancia, y más recientemente, filmada en 2018, Candelaria, una película muy tierna, porque trata de un matrimonio que tiene cincuenta años de casados. Muy lindo ese personaje.

Verónica afirma que con el talento se nace, no lo da ningún profesor. Eso sí, a lo largo de su carrera, cualquiera que sea la manifestación artística, hay ser capaz de ir apropiandose de herramientas que le permitan desarrollarlo. Por ejemplo, hay actores que no tienen mucho talento, sin embargo, poseen habilidades y a esas habilidades les añaden mucho estudio, perseverancia, disciplina y rigor y sobre todo mucho, mucho amor a su profesión, a lo que hace. Siempre hay que buscar más, aprender más de todo y de todos.

A decir verdad, ella ha tenido que vencer muchos obstáculos para poder llegar hasta aquí. Hay que tener en cuenta que viene de la época del capitalismo, no obstante siempre ha sido una actriz muy amante de su profesión. Una mujer que, a partir del momento en que se convirtió en actriz, jamás concibió su vida sin la actuación. Siempre ha sido estricta consigo misma, por exigirse disciplina y por mostrar absoluto respeto a su pueblo, al público que sigue sus presentaciones, ya sea en el cine, la televisión o la radio. El arte es su razón de ser, de existir. Precisamente por ese respeto a su trabajo ha tenido que sacrificar muchas cosas, pero en todo momento con un placer enorme. Los artistas sufren, lloran, padecen, pero al propio tiempo aman, gozan. Trabajar para servirle al público ha sido siempre su mayor placer.

En cada interpretación asumida desaparece por completo Verónica Lyn, se desdibuja, para dar paso a ese personaje que convence, que el público vea en él de principio a fin lo que es realmente.

En todo momento y cualquiera que sean las circunstancias, ha preferido las críticas. "Pero se refiere a esa crítica que parte de la admiración y el respeto. Una crítica bien dirigida te permite ver tus faltas, tus errores. Te permite rectificar, enmendar lo mal hecho y encaminar tu proceder, tus pasos de manera más acertada. La crítica te hace crecer. Admiro y estimo mucho a quienes me han criticado y aun me critican, pero siempre, siempre con deseos de ayudarme, con deseos de que yo haga mejor cualquier personaje, cualquier interpretación".

Le duele ver cómo se ha ido perdiendo el oficio de esa crítica necesaria, reconfortante. Años atrás eran muy habituales las sesiones, tanto en la prensa escrita, como en la radio y la televisión, espacios dedicados a la crítica. Cree que sería muy beneficioso retomar esa práctica.

A pesar de sus nueve décadas de vida, Verónica continúa entregada a la actuación con la misma pasión de sus años mozos.

"Sí, efectivamente continúo trabajando. Me siento muy bien físicamente y con enormes deseos de seguir haciendo arte". A pesar de las restricciones sanitarias que impone esta insoportable pandemia, trabajó en una película titulada AM/PM. Es una producción del realizador Alejandro Gil. En ella asume el personaje de una mujer que vive sola porque los hijos y los nietos abandonaron el país. Reside en un apartamento muy lindo, muy cómodo gracias a la ayuda económica que recibe de su familia radicada en el extranjero. Es un personaje muy bonito, que tiene como principal complejidad mostrar lo que es la simpleza, la cotidianidad.

En estos momentos está enfrascada en el aprendizaje de un libreto para otro filme que se comenzará a grabar dentro de unos días y que lleva por nombre La novicia jardinera, del realizador Arturo Soto. En esta es una monja, la directora del convento, su madre superiora.

Asimismo grabó recientemente con el realizador Rudy Mora un serial de once capítulos, de los cuales participa en cuatro. Es una serie para la televisión y asume un personaje que sí es bastante, muy complejo, pues se trata de una diva que fue muy admirada, muy querida, pero que al pasar el tiempo las nuevas generaciones, al principio, no la reconocen.

Y también, desde hace ya algún tiempo, está al frente del grupo de teatro Trotamundo. Respetando, por supuesto, las medidas higiénico sanitarias, han trabajado últimamente en el montaje de la obra Frijoles Colorados. Esta puesta en escena estaba casi lista para ser estrenada. De hecho su estreno estaba previsto a propósito de sus noventa años. Pero otra vez es la pandemia el gran obstáculo. De cualquier manera y por diversas vías, continuan trabajando con los actores, perfilando detalles, perfeccionando cada personaje.

Recomienda a actores y actrices que nunca piensen que aunque tengan el reconocimiento del público están en la cúspide, que ya llegaron. Por el contrario, todavía les falta mucho por andar porque precisamente ese reconocimiento implica un compromiso, implica hacer más cada día. Es actriz desde hace más de sesenta años, sin embargo considera que aún no ha llegado a la cúspide. Piensa que todavía le faltan muchas más cosas por hacer, por lograr.

“Soy actriz desde hace más sesenta años, sin embargo considero que aún no he llegado a la cúspide”.

Que nunca se conviertan en actores engreídos. Que agradezcan al público con más preparación académica, con más esfuerzo, con más rigor y disciplina. Que cualquier muestra de amor, de admiración que reciban del público, sea compensada con más estudio, con más superación. Que nunca se sientan merecedores. La labor nuestra es un trabajo de equipo, de grupo donde jamás tendrá cabida el individualismo, ni el egocentrismo. Ningún actor puede llegar a brillar por sí solo, porque su desempeño artístico estará siempre apuntalado por aquel o aquellos intérpretes, por muy insignificantes que parezcan. Una modalidad de la actuación es, por ejemplo, el monólogo. Pero detrás de ese actor, aun cuando él aparezca solo ante el público, hay todo un equipo.

Y por último, y quizás el mensaje más importante, que hagan de la humildad, de la modestia, el principal sostén de su carrera artística.

Es muy probable que sumen más de una treintena los reconocimientos y premios nacionales y foráneos otorgados a Verónica Lyn durante su más de medio siglo de quehacer artístico. Y aunque a todos y a cada uno de ellos le concede el valor que poseen, esta consagrada actriz asegura que el mayor galardón que ha recibido es una frase dicha por algunos admiradores en varias ocasiones: “Gracias por existir”.

ETIQUETAS: ARTES ESCÉNICAS, CINE CUBANO, TEATRO CUBANO, TELEVISIÓN CUBANA

La Jiribilla

Verónica Lynn López Martínez


actriz, radio, teatro, artes, cine, televisión, profesora, escénicas, directora de teatro, graduada de teatrología en el instituto superior de arte

Destacada actriz cubana de teatro, cine y televisión. Premio Nacional de Teatro. Premio Nacional de Televisión. Artista paradigmática de la cultura cubana que ha incursionado en teatro, radio, televisión y cine de manera excepcional, como actriz y como directora del proyecto Trotamundos. Una de las principales figuras de la escena cubana merecedora de premios y reconocimientos. Yo siempre soñé con ser artista. Digo que soy la mujer más dichosa del mundo porque logré ser lo que siempre quise: actriz, ha expresado Verónica Lynn López Martínez.