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Urbano Martinez Carmenate: Premio Nacional De Historia 2022

Al escritor e investigador matancero Urbano Martínez Carmenate se le confirió el Premio Nacional de Historia 2022 por su extraordinaria trayectoria intelectual y méritos humanos.

Recién se le había otorgado la Medalla Alejo Carpentier, de manos del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante las conmemoraciones por el aniversario 40 de la fundación de la Unión de Historiadores de Cuba.

Otro destacado lauro fue el obtener el Premio Literario Fundación de la Ciudad de Matanzas 2021 con el ensayo Fray Candil: la pluma del diablo, obra que profundiza en la polémica y un tanto olvidada figura de Emilio Bobadilla, en su biografía, en su obra como narrador, poeta y crítico, además del premio a la Excelencia Científica Juan Cristóbal Gundlach, que otorga la Delegación Territorial del CITMA en Matanzas, por su ejecutoria a favor de la historia nacional.

Sus libros, especializados en la investigación histórica o en la biografía de relevantes personalidades de la cultura matancera y universal, se agotan de inmediato en las librerías.

Licenciado en Lengua y Literatura Hispana en la Universidad de La Habana, entre sus numerosos libros se destacan Domingo del Monte y su tiempo, Milanés: las cuerdas de oro y Byrne: el verso de la Patria, Historia de Matanzas (siglos XVI-XVIII) Atenas de Cuba: del mito a la verdad, Los puentes abiertos, Letras húmedas. La ciudad poética, Carpentier, la otra novela, García Lorca y Cuba: todas las aguas, y El coleccionismo en Matanzas del gabinete privado al museo público.

Ha obtenido importantes galardones culturales: Premios de la Crítica, Premio UNEAC de Biografía, Premio Anual de Investigaciones del Ministerio de Cultura, Premio de Investigaciones de la Academia de Ciencias de Cuba, Premio Razón de Ser y otros. Miembro correspondiente de la Academia de Historia de Cuba. Investigador en el museo Palacio de Junco. Condecorado con la Distinción por la Cultura Nacional.

Pero…como expresa Urbano, esta sería la forma sintética de abordar su vida y no deseo escurrirme en esos senderos, porque vale saber que el éxito de sus obras está en la búsqueda de detalles que enmarcan el hecho o la figura para así lograr escribir la historia ensartada con un halo poético, literario y así comenzó la entrevista.

“La historia debe ser bien escrita para que a la gente le guste, explorar las anécdotas, huir del sintetismo. No se pueden hacer análisis sin datos, estadísticas, fechas, hechos. La historia no es una mención de sucesos, eso es una cronología, sino la exaltación del intelecto a partir de lo que ofrece el escritor en su indagación. Necesita descripción, lo que hay que saber dosificar esos elementos.

“Siempre he tratado de propiciar al lector una prosa que interese, que posea valores literarios y eso lo he defendido. No tenemos muchos biógrafos, porque hay que buscar datos; meses de lectura de periódicos y archivos, de expedientes, todo lo que se relaciona con la personalidad escogida. Lo realicé en el dedicado a Lorca. Ambienté la época, los barcos, el transporte que utilizó, la atmósfera citadina, quizás se iba del tema, pero eso fue lo más apreciado y cuando se editó en Granada lo vio primero el principal biógrafo del escritor español y quedó encantado, porque había perfilado una prosa poética y a la vez minuciosa de la estancia de Federico en Cuba.”

Si uno se atiene al estereotipo que se posee del historiador a partir de sus libros, estos matices literarios no son habituales ni se integran a lo leído en muchos cuadernos docentes, por tanto vale también por nosotros indagar detalles acerca de su surgimiento; remontarnos a la infancia, juventud y a los primeros vínculos de este laureado autor, nacido el 12 de febrero de 1953.

“Provengo de familias sencillas, de campo. Mi madre de la zona de Varadero y mi padre de la región de Lagunillas. Se separaron y fui a vivir con mi abuela en plena campiña. Las décimas de mi padre Gregorio se aplaudían en los guateques y mi abuela Margarita era una narradora extraordinaria, cualquier detalle, con la voz y los gestos, sabía dar los tonos y acentuar los pasajes emocionantes. Desde los cuatro años a los once me embelesó aquel ambiente entre animalitos, sembrando flores, recogiendo frutas y leyendo mucho, lo que cayera en mis manos, porque estaba solo en aquellos parajes. A los diez años estaba leyendo a Gorki. Conocí de la mitología griega. Mi abuela, a su manera, me replicaba las novelas radiales y comencé a escribir décimas y a declamarlas.”

De la naturaleza y del espíritu de su familia absorbió la belleza y de la soledad campestre, la avidez por la lectura, lo cual, en su sentir, contribuyó a ensanchar su imaginación y vocación poética. Pululaba por aquel tiempo en los hogares lo mejor de la literatura; hasta el más humilde podía hojear un libro de Guillén, Carpentier, Salgari, Verne. Década del 60, en pleno auge la Imprenta Nacional de Cuba, con sus ediciones de cientos de miles de textos.

La adolescencia provoca un giro en su estatus existencial…

“Para seguir estudios tuve que becarme en Guanábana y gané un concurso de composición acerca de Vietnam. Pasé a estudiar Veterinaria en La Habana, pero cuando empezaron las prácticas, no pude seguir, sentí que no compaginaba con esa profesión, estaba más en otro mundo, en aquel tiempo gané un premio a nivel de tecnológicos en un concurso de poemas sobre Che Guevara. Escribía también poesías de corte humorístico con las incidencias que pasaban en la escuela que eran famosas entre los estudiantes. Practiqué con estrofas, sonetos, la difícil décima más alguna narración.”

Cuando uno observa de cerca a Urbano Martínez lo que percibe a simple vista es a un hombre sereno, el “investigador de un museo”, de suave ritmo al hablar y al andar, con gestos pausados y por ello, quizás alguien no se percate de la intensidad de su pensamiento y de cuánto ha debido accionar en la vida.

“Me fui para Cárdenas y comencé a ejercer como maestro en la Calera donde trabajaba mi padre. No estuve mucho tiempo allí, ya tenía 19 años y me fueron a buscar cuando se enteraron que escribía. Me designaron Director de Literatura de la región cardenense, en aquella etapa abarcaba además Máximo Gómez, Lagunillas, Martí, Varadero, la zona de Camarioca y otros poblados.

“Establecí relaciones con los escritores, organicé actividades y participé en el programa “Ventana Literaria”, de Radio Ciudad Bandera. En ese espacio fui locutor, sin experiencia previa, guionista junto a Herminia Morales y nos poníamos ambos frente al micrófono a hablar de libros y autores. Por entonces me eligieron junto a otros tres compañeros para cursar la Escuela Nacional de Cuadros de Cultura con derecho a matricular en la Universidad de La Habana en la carrera que yo quería, en curso regular para trabajadores y se iniciaron los viajes.”

Un joven se traslada diario de Cárdenas a la capital y viceversa en un horario entre las 12 del día y las once de la noche. La transportación interprovincial por aquellos años era abundante, pero no deja de ser un gran esfuerzo y a la vista actual hasta una hazaña, lo que refleja dos de sus virtudes: la voluntad y la constancia, unidas a un ansía de superación elevada, sin lugar a dudas.

Cuando termina, lo ubican como Director de Literatura en Matanzas. Se mudó para esta ciudad a la calzada de Tirry, frente a la antigua estación de Sabanilla. Una casita cercana al río San Juan, pegadito a donde residió Agustín Acosta. Luego trabaja de Asesor con el grupo Papalote y en el 79 opta por la plaza de investigador en el Museo provincial Palacio de Junco. Cumple misión internacionalista en la República Popular de Angola, como asesor del Instituto del Patrimonio Cultural Angolano. A finales del 80 conoce a la familia Castellanos, ellos le invitaron a vivir en su hogar y al fallecer la pareja en su ancianidad, terminó asentándose en esa vivienda de la calle América esquina a Río.

Fue en la institución museística, donde Urbano Martínez Carmenate cambió de géneros, hablando desde un plano literario, porque ya había obtenido premios en el concurso provincial Néstor Ulloa en cuento y literatura infantil. Lo novedoso surgió cuando se adentró en el ensayo histórico y en las profundidades del universo biográfico de grandes personajes.

“Las exigencias del museo es investigar temas históricos, y ahí surge mi primer libro, dedicado a Bonifacio Byrne. También asumí tareas como La Historia de Matanzas, en los siglos XVI y XVIII, que me hubiera gustado el XIX, pero ya Raúl Ruiz lo estaba desarrollando, y al final me alegro de haber hecho lo que se me solicitó pues tuvo una gran acogida.

“Y así otros tipos de libros que eran encargados, como el del Coleccionismo en Matanzas. Otro acierto. Lo que si me impuse fue lograr un acercamiento a la literatura y escribo la vida de Milanés, Carilda, Domingo del Monte, Nicolás Heredia.

“No es un estilo novelesco, donde se incluyen diálogos entre los personajes y hay hasta la dramatización del acontecimiento. No es mi sello. Yo hago biografías humanas, con anécdotas y el rigor debido.”

Profundizando en sus gustos personales, le pregunto si algunos de sus libros los considera reescritos o son redactados con otro aire…

“Me preguntas sobre las biografías de Byrne y Milanés. Los hice de primeros y valoré que debía volver a replantear sus biografías con datos nuevos, con más experiencia en mi prosa. Los elementos esenciales no cambian, pero si el enriquecimiento con detalles no conocidos, cartas nuevas y valoraciones más profundas, además de la estructuración de los cuadernos. El de Milanés tenía 32 capítulos y ahora 16 y el de Byrne similar. Por lo que puede afirmarse que he publicado dos biografías de ambos personajes.”

¿Cuál es su obra más querida?

“Dicen que las últimas son los más apreciadas, pero para decir la verdad, de todas la que más satisfacciones me ha brindado es la dedicada a Domingo del Monte. Hay críticos que dicen que es mi mejor obra, incluso un amigo me dijo que no podría superarla y casi me echo a llorar, pensando en cómo podría romper ese mito, pero en verdad ha recibido los mayores galardones: Premio de Investigación del Ministerio de Cultura, de la Crítica, de la UNEAC, de la Academia de Ciencias, Tiene tres ediciones: una en Venezuela, las otras dos una en Matanzas y otra en La Habana. Hablan con halago profesores latinoamericanos y de Estados Unidos. Aunque también me agradan mucho las de Lorca, Byrne y Milanés.”

Mi impresión es que cuando se leen sus biografías, se llegan sutilmente a sentir los jadeos de ansiedad de los personajes. Entonces le pregunto. ¿Cómo se atrevió a hacer en vida la biografía de Carilda Oliver Labra?, porque eso es un hecho atípico, aquí en Cuba no es usual.

“Ni en ninguna parte. Siempre se espera el deceso de la persona. Sin embargo, me animé porque ya ella tenía su obra hecha, después versó muy poco. Había un archivo increíble, el testimonio vivo de personas que la conocían, hermanos, amigas de la infancia, colegas, algunos ya murieron, pensé siempre que no era un libro terminado, que después podría incorporar otros documentos. Hice bien. Era el momento. Ella no estuvo de acuerdo en algunas partes y hubo que quitarle como 50 páginas. Al final se publicó con su anuencia por ediciones Letras Cubanas. Unión, con una tirada de 10 mil ejemplares y como es sabido, se agotó. En ese tiempo le otorgaron el Premio Nacional de Literatura.”

Para los matanceros ha sido un libro invaluable. Logra reflejar lo íntimo y externo de una mujer, paradigma del amor y la sabiduría para muchos, dos virtudes valiosas en una literata llena de pasión y acción controversial, patriota y matancera hasta la muerte.

Hay libros de Urbano que muestran su libre albedrio a la hora de escoger temáticas…

“A veces ocurren circunstancias. El de Lorca brota porque conozco en el 97 al presidente del Patronato García Lorca y cuando él viene a Matanzas me pide que escriba sobre la estancia del poeta español en Cuba y lo hice en tiempo récord. Existían referencias documentales sobe sus viajes, las relaciones con los Loynaz, reseñas, entrevistas de la prensa de la época e investigaciones publicadas. En Varadero recree los hoteles, las casas que visitó y con un lenguaje diferente alcancé éxitos con este bello cuaderno.”

Proyectos en mano…

“Empiezo la biografía del escritor Félix Tanco Bosmeniel, una figura de la primera mitad del siglo XIX, del círculo Delmontino, con un comportamiento polémico, quien residió la mayor parte de su vida en Matanzas. Fue fundador de la novela antiesclavista, administrador de correos, cargo que en aquella época era sumamente importante. Publicaba en el diario La Aurora de Matanzas. Participó en debates famosos. Era un personaje atrevido para la colonia. Estuvo involucrado en la conspiración de la Escalera. Había nacido en Colombia y reclamado por sus hijos muere en Estados Unidos en 1871. La mayor parte de las fuentes las tengo en mi poder. La Pandemia me ha impedido acudir a los archivos de La Habana por eso se ha retrasado.”

¿Sigue siendo Urbano un solitario, igual a aquel niño que leía para espantar vacíos? ¿Se siente feliz?

“Aunque tengo llenos los posibles vacíos, permanezco mucho tiempo solo, por mi propia profesión. Soy de pocos amigos y algunas amistades han desaparecido. No soy de visiteos. Mi rutina de trabajo ha variado, ahora con mi edad tengo mayor moderación en el horario, antes me sorprendía la madrugada. Me gusta caminar por la ciudad, sobre todo la zona del río San Juan, llegar hasta el Estadio, o a la inversa, desplazarme hasta la plaza de la Vigía por la calle Medio o enrumbar hacia la calzada de San Luis.

“No me siento feliz con respecto a mi salud, duermo mal. No obstante, desde el punto de vista intelectual, no me quejo. Mis libros se publican al momento, lo que recompensa el esfuerzo; la mayoría por varias editoriales; he recibido premios y hasta se lanzó uno de cuentos, titulado Naturaleza muerta con sombrero y laboro en otro más.

“Lo más ambicioso es la gran Enciclopedia y los diccionarios sobre literatura, artes escénicas y visuales, periodismo matanceros, que conservo en mis archivos y les incorporo datos de forma periódica. Son proyectos que no sé si concluiré, espero que sí. Suelo decirle a la muerte que se espere, que tengo aún historias que contar…”

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Urbano Martínez Carmenate


escritor, historiador, profesor, ensayista, investigador, sociedad, museólogo