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Nueva exposición en Cuba viaja por la obra de Servando Cabrera

La muestra debe su nombre a una pieza de Cabrera (La Habana- 1923-1981) que en el año 1975 sirvió como reflejo de sus preocupaciones en torno al futuro, y está organizada por el Fondo de Arte Joven y NG Art Gallery.

Se trata de un saludo al centenario del reconocido artista e incluye en su concepción la escultura, pintura, instalación, fotografía y vídeo.

Aglutina el quehacer creativo de 13 artistas, entre ellos Niels Reyes, Jorge Otero, William Acosta, Lancelot Acosta, Daniel Collazo, Yohy Suárez, Daniel Arévalo y Gabriel Cisneros.

Según reseñas de prensa está exposición contribuye a traer al presente el legado de Cabrera en manos de los jóvenes exponentes de las artes plásticas.

Dentro de las obras resalta el erotismo como uno de los principales estilos empleados en su época por el maestro, autor de piezas como El silencio, Muerte y vida, La Antorcha, Como cruje la vida y Como un veinticinco de mayo, entre muchas otras de esta temática.

Como parte del centenario se exhibirá también la muestra Desde mi isla y se proyectará el documental La obra azul, con entrevistas inéditas sobre este artista, en el habanero Museo Nacional de Bellas Artes.

Cabrera participó en muestras colectivas junto a destacados exponentes como Pablo Picasso, Joan Miró y Antonio Saura.

Obtuvo amplios reconocimientos internacionales como su participación en la I Bienal Hispanoamericana de Arte en Madrid y la XXVI Bienal de Venecia.

Palabras de inauguración de la muestra por el centenario de Servando Cabrera Moreno en el MNBA

Buenas tardes,

Esta muestra por el centenario del natalicio de Servando Cabrera Moreno es el más grande homenaje que el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) pueda realizar por su propia celebración, el aniversario 110 de su fundación. Sabemos que el museo ha organizado múltiples actividades en ese sentido, pero esta exposición es lo más importante que pueda realizar en su favor. La relación entre esta institución y el artista registró en el pasado momentos muy desfavorables que se terminan de desagraviar esta tarde.

Cabrera Moreno fue un artista que mutó constantemente de temas y estilos. Cabrera Él fue un creador imbuido por la experimentación y la innovación constantes, nunca permaneció por mucho tiempo en un mismo sitio, temática o estilo. Su obra se fue desplazando, en rápidas permutaciones, de lo académico a lo vanguardista, del expresionismo a los maestros norteamericanos del retrato, de la influencia del primer Picasso a una manera personal de afrontar el tema cuerpo, de lo geométrico a la abstracción, de las influencias de Goya y la pintura neorrealista italiana al expresionismo, del colorismo barroco al tratamiento de la arquitectura habanera y la luminosidad caribeña en una suerte de abstracción geométrica muy singular, y finalmente, de la figuración grotesca a la fuerte carga antropológica que experimentó su obra en los primeros años de la Revolución y que fue uno de sus signos distintivos en lo adelante.

Servando viajó por el mundo lo suficiente como para llenarse las retinas de los maestros de la historia del arte (Boticelli, Goya, El Greco, Miguel Ángel, Van Gogh, Pablo Picasso, De Kooning, Bacon, Tamayo, Saura, entre los preferidos), de las corrientes artísticas de las épocas pasadas, de los eventos del arte en tiempo real, a la vez que expuso en galerías europeas, todo lo cual confluyó en la construcción de una cultura personal que mucho aportó al crecimiento de su obra. Amante del cine (Federico Fellini en primer lugar), la buena literatura y el teatro, Servando se reveló como un animador de la escena cultural cubana antes y después del triunfo del primero de enero de 1959. Para muchos, era un renacentista auténtico. Esa curiosidad ilimitada sobre la cultura universal lo movió a armar una colección de piezas de arte popular adquiridas en sus numerosos viajes, lo que fue una de sus grandes pasiones y consiguió reunir un conjunto considerable en el que se pueden ver vajillas y cerámicas mexicanas y españolas, retablos de arte peruano y vasijas portuguesas, entre otras piezas de valor. Convirtió su casa en un museo con todas estas adquisiciones.

La Revolución le inspiró cuadros extraordinarios de milicianos y macheteros y de otras temáticas producto del estremecimiento que en él produjeron los cambios sociales y la contagiosa efervescencia popular. En ese sentido, puede considerarse como un maestro de la épica revolucionaria, quizá superior a los otros artistas que produjeron obras bajo esta influencia.

Entre sus mayores satisfacciones, se encontraba la de impartir clases y fue muy querido por sus alumnos. Flavio Garciandía, un artista-educador si los ha habido, lo dijo de esta forma: «Servando era un súper maestro desde su ejecutoria como artista, desde su rigor y entrega a la Pintura con mayúscula». Roberto Fabelo me expresó recientemente que, aunque no fue su alumno, también se sumó a la tropa silenciosa de estudiantes que iban a verlo clandestinamente y que fue un hombre generoso al impartir sus conocimientos a los más jóvenes.

En 1965, cuando fue suspendido y no pudo impartir más clases por ser homosexual, los primeros perjudicados fueron sus alumnos. Aquella fue una decisión injusta que lo hizo sufrir en soledad. Servando tuvo, a partir de ese momento, una vida difícil debido a la homofobia imperante en el país en los turbulentos sesentas. Su condición de homosexual, asumida con franqueza y su voluntad de defender con dignidad su libertad sexual, provocaron, primero, su despido como profesor y más tarde un prolongado ostracismo como creador.

En 1971, en esta misma institución, se censuró una muestra suya, lo que constituyó un acto despreciable y abusivo. Doce años más tarde, ya fallecido Servando, el museo realizó una muestra de desagravio, continuada en 2008 con otra. Sin embargo, Cabrera Moreno murió sin que pudiese ver esas reivindicaciones. Murió con el escarnio vivo y latente.

Servando no dejó de crear arte a pesar de esos obstáculos. A partir de los setenta, ya desplazado de los circuitos oficiales por las razones apuntadas, el erotismo fue su estación temática más duradera, en ella creó cuadros realmente impresionantes con cuerpos amatorios ávidos de placer, cuerpos sin rostros, que configuraron una estética muy particular. El dinamismo de las líneas y el tratamiento de las gamas de colores alcanzaron niveles de maestría pictórica, así como la desinhibición y frescura con que presentó las escenas sexuales y las zonas erógenas, dejando para la posteridad piezas que no han perdido actualidad y no la perderán jamás, dada la centralidad cada vez mayor de lo sexual en el arte posmoderno o contemporáneo, más aún en el presente con la hegemonía de las teorías queer y la gran pluralidad que han alcanzado los debates sobre la cuestión de los géneros.

Comprendió mejor que muchos en aquellos años la naturaleza del erotismo, el que recreó mediante una visualidad visceral y frontal, no tuvo miedo de exponer la imagen del combate sexual, ni los órganos que producen placer. Sus cuadros eróticos de los últimos quince años de creación han dominado la interpretación de su obra, en numerosos ensayos y artículos entre los que destacan un texto esencial del crítico Gerardo Mosquera y una reciente conferencia de Roberto Cobas. Otros acuciosos críticos de arte e intelectuales también han desgranado excelentes páginas sobre la obra servandina. Creo, no obstante, que la interpretación de esta obra apenas comienza su andadura.

Fue un virtuoso de la línea y de las formas corporales, un maestro para los futuros artistas que fueron influidos por su maestría. Creo que ningún otro artista visual ejerció una pregnancia mayor en las obras de sus continuadores que Servando.

La exposición que ustedes verán en unos minutos es muy bien pensada y concebida para dar a conocer sintéticamente la extensa obra de nuestro autor, Primero, en la antesala, verán datos, cuadros de menor formato, fotografías, textos, y otras informaciones de valor. Ya entrados en la sala, se imponen los cuadros eróticos y homoeróticos de gran formato, en los que la violencia sexual es tamizada por la lírica de Servando, uno de sus grandes misterios pictóricos. Es de reconocer la curaduría de Rosemary Rodríguez Cruz y Teresa Toranzo Castillo, pues ambas supieron desplegar, con gran poder de síntesis, una obra vasta y rica. Ellas han plasmado con inteligencia su pasión por la obra de Servando y eso se agradece. El catálogo que acompaña a la muestra es de excelencia y posee, además de las obras, textos de los organizadores y don trabajos de fondo de las curadoras. Complementan armoniosamente la muestra.

Es importante reconocer esta tarde la participación activa del Museo Biblioteca Servando Cabrera Moreno, institución que se echó sobre sus hombros todo el proceso conmemorativo del centenario, así como del Museo Nacional de Bellas Artes, acogedor de la muestra, y de la Fundación Los Carbonell, radicada en Panamá, la que atesora la más importante colección privada de piezas del artista.

Se trata, en efecto, de una muestra relevante que continúa el tributo al gran desplazado y repudiado por las intolerancias y homofobia imperantes en los sesenta y setenta. Con anterioridad, en Panamá, la galería NG Art Gallery inauguró en mayo, la exposición Desde mi isla, con curaduría del equipo técnico de la misma. Otras muestras están organizándose en diferentes lugares. Mañana se estrenará un documental y se presentará un libro, ambos sobre Servando. Por otra parte, la Oficina del Historiador de La Habana y la Biblioteca Nacional José Martí también anuncian nuevas exposiciones en los próximos meses, lo que vislumbra un año de consagración sostenida y permanente de uno de los grandes del arte cubano. De los grandes grandes vale enfatizar. Servando parece haber hecho suya aquella idea de José Lezama Lima de que ¨Solo en el arte nada es imposible¨. Para él, la creación artística fue la libertad mayor capaz de conseguirse por el hombre en sociedad.

Muchas gracias.

Prensa Latina, Cubarte

Servando Cabrera Moreno


profesor, artes, pintura, dibujo, plasticas