El Festival Internacional de Cortometraje y Cine Alternativo de Benalmádena (Ficcab) volvió a sorprender y a emocionar en su gala inaugural. Resulta difícil explicar el sentimiento que emana un ambiente en el que se respira una profunda admiración al séptimo arte y que además, logra unir a tantas personas en un mismo lugar. La Casa de la Cultura no despliega alfombra roja aunque en los tres días que dura el Festival, pasen por ella los rostros más conocidos y señeros de la gran pantalla.

En su salón de actos se proyectan para la ciudadanía cortometrajes provenientes de distintos puntos del globo terráqueo y películas de esas, para muchos desconocidas, y que brillan en Benalmádena dónde hay un público exigente, curtido desde hace casi medio sigo por el estandarte que dejó en herencia la Semana Internacional del Cine de Autor de Benalmádena (Sicab), que desbordó lo meramente cinematográfico para situar a Benalmádena en el mapa de la cultura y la cinefilia más inquieta del panorama internacional.

El actor y director cubano Jorge Perugorría fue galardonado en esta edición por su trayectoria profesional con el Premio Internacional Ciudad de Benalmádena, galardón anteriormente recogido por ilustres personalidades como Guillermo del Toro o Ken Loach. Conocido por papeles tan destacados como Bambola, Cosas que dejé en la Habana, la reciente estrenada serie Doctor Portuondo o Fresa y chocolate, película que lo lanzó a la fama y que fue proyectada al finalizar la gala, y en alusión a la cual, el galardonado reflexionó que «viendo los acontecimientos y discursos de odio vividos en la sociedad, es una pena que 30 años después de la película estemos más lejos de ese abrazo final que se dan Diego y David, que es un símbolo de la reconciliación. Creo que el único camino que hay es ese: el de respetar las diferencias».

Perugorría dedicó La Niña de Benalmádena a su esposa, Elsa María Lafuente, a quien dedicó palabras llenas de cariño y de quién resaltó los años que llevan unidos, pues se conocieron a través del amor al arte escénico compartido, cuando eran solo unos niños. Así, el actor resaltó “que estudiamos juntos, y juntos empezamos a hacer teatro y desde entonces, seguimos unidos. Gracias a ti, y a tu compañía, estoy aquí porque eres fundamental en mi vida y en mi profesión”.

El actor cubano también destacó la importancia del Ficcab, y de que “exista voluntad política de apoyar la cultura”. Insistió en que el cine es un arte colectivo, “y, por ello, todos aquellos con los que trabajé desde bien joven, hoy también son parte de este reconocimiento que me hacen en Benalmádena a mi carrera profesional”, apostilló.

Perugorría recordó que en 1995 estaba en Colombia rodando la película Edipo Alcade –escrita por García Márquez- con Paco Rabal, y “en la filmación estábamos con un batallón de hombres cuidándonos porque estaba por allí la guerrilla, los paramilitares… estábamos en una montaña y Paco estaba con un balón de oxígeno, porque andaba ya malito, y me dijo: Jorge, en esta profesión nuestra, no se acaba nunca. Y creo que es así y espero que este reconocimiento a mi trayectoria sea para seguir adelante trabajando en lo que amo: el cine”.

El actor adelantó que están preparando para el próximo año una segunda parte de Las Cuatro Estaciones en La Habana, una miniserie televisiva de ficción detectivesca ambientada en La Habana de los años noventa. Se trata de una adaptación de cuatro novelas policíacas del escritor Leonardo Padura, quien además es el autor del guión junto con su esposa, la escritora y guionista Lucía López Coll.

Además informó que, entre sus planes más inmediatos, está el rodaje de una película en República Dominicana y el próximo año, tras dos de suspensión por la pandemia, retomará el Festival Internacional de Cine de Gibara, que es conocido como Cine Pobre.

Aunque confesó que piensa que “estos galardones me llegan porque me hago viejo”, no dudó en afirmar que “ama el cine como cuando era un niño”. De hecho, el cubano resaltó que “el cine es compromiso, nos permite reflexionar sobre nuestras realidades y otras diferentes a las nuestras, y también nos permite soñar”. Y terminó con un ovacionado: “¡Viva el cine!, ¡Qué viva el Ficcab!”.