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Entrevista a Fernando Pérez

Reproducimos la entrevista publicada en el sitio digital La trinchera realizada por el periodista Sender Escobar.

Sender Escobar: ¿Como espectador cuál o cuáles fueron sus primeras apreciaciones cinematográficas?

Fernando Pérez: La primera película que vi fue, a los seis años, El indio Gerónimo, un western en blanco y negro. Recuerdo diáfanamente muchas de sus imágenes y la emoción que me causó ver una película. De allí a acá, he vivido tantas vidas como películas he visto. Me considero un cineasta cinéfilo, porque aunque ya conozco el cine por dentro, sigo sintiendo las mismas emociones que un espectador común y corriente.

SE. ¿Cuándo siente la necesidad de dedicarse al mundo del audiovisual?

FP. Mi padre Alfonso fue un amante del conocimiento. Le apasionaba la astronomía, la geografía, los movimientos internos de nuestro planeta y nuestro universo. Su libro de cabecera era el Diario de Navegación de Cristóbal Colón.

Pero mi padre nunca viajó, nunca navegó, nunca vio el cielo y las nubes y la tierra desde el aire. La vida sólo le permitió ser cartero.
También fue mi padre amante del cine y recuerdo que me llevaba por lo menos tres veces por semana a los cines Carral y Ensueño (los dos cines de Guanabacoa, el pueblo donde nací y viví toda mi infancia y adolescencia).
Un día de 1958 vimos juntos El puente sobre el río Kwai, de David Lean. La película nos emocionó muchísimo y a la salida, mi papá comentó: Esta película está muy bien dirigida. Fue la primera vez que escuché que existían directores de cine. Yo tenía trece años y sentí desde ese momento (aunque no tuviera muy claro cuáles eran sus funciones) que lo que me gustaría ser en la vida era director de cine.
Un año más tarde, con la creación del ICAIC en marzo de 1959, esa ilusión tomó visos de realidad. Y en Octubre de 1962 entré a trabajar en la industria cinematográfica como Asistente de Producción C –que no era más que el mensajero. Hoy sé lo que es realizar una película. Pero sigo convencido de que lo que despertó en mí la pasión por el séptimo arte es poder vivir en una sala cinematográfica tantas vidas como películas he visto. Es por eso que trato de hacer un cine que provoque en el espectador las emociones que otros directores han despertado en mí con sus películas.

SE. De las grabaciones del Noticiero ICAIC ¿pudiera contarnos alguna anécdota en específico sobre Santiago Álvarez y usted?

FP. Siempre va conmigo la posibilidad que Santiago nos dio a todos los que estuvimos en el Noticiero de expresarnos en el lenguaje que nosotros considerábamos era el lenguaje del momento. Hay tres etapas de mi vida en el ICAIC que son las que recuerdo con más cariño: una es el Noticiero, otra cuando se formaron los Grupos de Creación –estuve en el grupo de creación de Manolito Pérez– y después, más recientemente, cuando estuve en la Muestra de Cine Joven. Siento que el cariño por estas tres etapas surge de un sentimiento que fue igual en todas ellas: me sentí muy libre de hacer todo lo que quería hacer. Como Santiago fue el primero, por eso siempre he dicho que Santiago fue mi padre cinematográfico porque, más allá de su fuerte personalidad arrolladora, recuerdo que Santiago siempre estuvo de parte de cada uno de nosotros.
Debo confesar también que Santiago fue el único que me prohibió un Noticiero, el único, porque después no he tenido que estar sometido a prohibiciones. Recuerdo que fue un Noticiero que quise mucho, que era un montaje paralelo entre el esfuerzo de los bailarines de ballet y el esfuerzo de los mineros en las minas de Matahambre y, en esa asociación, siempre quedaba en el aire qué era más duro. Recuerdo que Santiago llegó a las cuatro de la madrugada, cuando ya habíamos preparado el Noticiero, terminó de verlo, y se paró y me dijo: Eso no puede salir así. Ahí empezamos a discutir y me concluyó: Mira, Fernando, el minero es el que lleva la vida más dura, y lo sé porque yo fui minero. Santiago me contó entonces toda su historia en el sur de los Estados Unidos, y para mí eso fue totalmente convincente.

SE. Desde los años transcurridos y muchos filmes en su haber ¿cómo aprecia su ópera prima Clandestinos?

FP. Me reconozco en todas, aun cuando hoy hay cosas que haría de otra manera. Sentimentalmente, Clandestinos ocupa un lugar importante porque fue la primera. Suite Habana ha sido muy emotiva por la identificación que provocó en el público cubano. Quiero mucho a Madrigal porque a casi nadie le ha gustado y es como un hijo desamparado que sólo tiene mi apoyo y cariño.

SE. A mi consideración Suite Habana viene a ser un antes y un después en la cinematografía cubana, ¿cómo surge la idea de la película? ¿cuáles piensa que fueron los principales inconvenientes en el tiempo que duró la realización?

FP. En realidad Suite Habana fue un encargo. Siempre he preferido la ficción porque no me considero un buen documentalista. Pero me plantee el proceso de realización como un desafío y con el paso del tiempo creo que esa emoción de saltar al vacío fue lo que hizo que todo el proceso de preparación, realización, edición y acabado fluyera como un manantial tranquilo y cristalino.
Antes de su exhibición supe que Suite Habana iba a ser una película para un público menos amplio y de pronto la película desbordó esas expectativas que yo tenía. Fue una lección.
Creo que también determinó mucho la circunstancia. Fue Suite Habana pero también fue el momento. Pudo haber sido una obra de teatro, una canción o cualquier otra cosa. Pero fue la película la que apareció en ese momento y estaba en sincronía con lo que la gente y el universo sentían.

SE. ¿Estuvo al corriente de la reacción de los protagonistas cuando pudieron apreciar sus realidades en la gran pantalla?

FP. Por supuesto: ellos fueron los primeros en verla en una proyección especial. Lo que más me conmovió es que cuando acabó la proyección todos hablaban de la historia de los otros y no de las suyas. También la película provocó que entre nosotros y los protagonistas surgiera una amistad indeleble.

SE. Está considerado por muchos como el realizador cubano más importante de la actualidad, ¿esto lo maneja como una carga, con humor o un medidor sobre cómo debe ser el resultado de su trabajo?

FP. Es un medidor (tan subjetivo como puede ser toda evaluación artística) de cómo ha sido mi trabajo. Pero siempre va conmigo la certeza de ser un cineasta que, a la hora de comenzar una nueva película, va con las mismas zozobras, dudas y emociones que provoca el riesgo de la creación cinematográfica. El hecho de que sea un bateador que me haya “embasado” varias veces no me hace infalible: siempre puedo poncharme porque, en el cine como en el béisbol, a la hora de batear todos somos iguales.

SE. José Martí: El ojo del canario, ante todo tuvo el mérito de traer al mundo actual, una arista sobre el Apóstol a la que los cubanos ni se imaginaron percibir. Personificar al Héroe Nacional de Cuba como un ser humano, con pasiones, sentimientos y descubrimiento de la sexualidad. ¿Cuál es su percepción sobre el endiosamiento que somete el pensamiento oficial a los héroes del pasado?

FP. Un reto. Nunca pensé hacer una película sobre José Martí, porque Martí es un bosque inmenso, intrincado y frondoso muy difícil de penetrar –mucho menos en una película. Fue por eso que escogí la infancia y la adolescencia no sólo porque es la etapa menos conocida de su vida, sino porque creo que en esa etapa se concentra y prefigura todo lo que seremos después. José Martí: el ojo del canario intenta ser, por consiguiente, el itinerario espiritual, la formación del carácter de un niño que después fue excepcional –más que la biografía histórica del prócer (aunque el 95% de los hechos narrados son comprobables históricamente). La mirada se focaliza más en los rasgos humanos del personaje (y su familia) que en su trascendencia histórica. Muchas veces convertimos a nuestros próceres en estatuas, en vidas de mármol, frías y perfectas. Mi película aspira a mostrar un Martí que no está inmóvil en un pedestal, sino que camina por la tierra.

SE. ¿En qué proyectos está inmerso Fernando Pérez actualmente?

FP. Comienzo la prefilmación Riquimbili o El mundo según Nelsito el 3 de febrero, aunque ya andamos adelantando por nuestra cuenta algunas facetas del casting, búsqueda de locaciones, conformación del equipo creativo. Un nuevo riesgo que juega con las estructuras narrativas y el humor negro: un camino por el que no he transitado y por eso me motiva.

La Trinchera

Fernando Pérez Valdés


escritor, cineasta, director de cine, artes, cine

Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de La Habana. Director de cine y escritor. Ha publicado artículos y críticas sobre cine e impartido clases de Apreciación Cinematográfica e Historia del Cine en la Universidad de La Habana y en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. En 1962, luego de cursar estudios de Comercio e Idioma Ruso, se vincula a la actividad cinematográfica como asistente de producción y traductor.