Carlos
Borbolla
Téllez

Carlos Borbolla Téllez
Nacimiento:  
1
/
2
/
1902
Fallecimiento:  
12
/
4
/
1990

Compositor cubano, profesor y constructor de órganos.

Nació en Manzanillo. Fue el menor de los nueve hijos del español Francisco Borbolla García y la cubana Carolina Téllez.

En la segunda mitad del siglo XIX su padre había introducido el instrumento llamado popularmente “órgano oriental” o “de Manzanillo”, en esa ciudad del oriente cubano. Este “órgano de cilindro” es un híbrido de piano y organillo, que funciona sobre la base de rollos perforados que producen el movimiento de las teclas a partir de pedales.

Algunos autores sostienen que la introducción del órgano en Manzanillo se remonta a 1876, en tiempos de la Guerra de los Diez Años (1868-1878), y que llegó allí procedente de Cienfuegos -pues ambas ciudades se encuentran en la ruta de cabotaje de la costa sur de Cuba-, por encargo de Francisco Borbolla, cuya familia se dedicó desde entonces a su empleo y construcción.

Los franceses que radicaban en la ciudad cienfueguera y sus alrededores amenizaban las fiestas con este instrumento, y con un repertorio totalmente europeo. Los Borbolla introdujeron modificaciones en el órgano para adecuarlo a los requerimientos de ritmo y timbres de la música cubana. Así construyeron tres órganos modificados, a los que dieron los nombres de “La Música”, “La Orquesta” y “El Gran Órgano”; este llegó a tener noventa teclas.

Siguiendo los planos de Carlo, se construyó un órgano capaz de almacenar en sus fuelles aire suficiente para tocar música lenta, como el danzón. Así nació el llamado “Rumba”, que poseía doce registros.

Carlo Borbolla no sólo fue constructor de órganos, sino original compositor, reconocido por músicos de alta formación y musicólogos como Alejo Carpentier. Su catálogo autoral alcanza casi quinientas obras: sones, congas, rumbas, danzas, piezas para canto y piano y para orquestas de cuerdas, así como piezas didácticas. Gran parte de su producción está constituida por piezas para piano solo.

A partir de 1927, Carlo Borbolla cursó estudios musicales en París. Estudió piano con Pierre Lucas y recibió clases de armonía y composición de Louis Aubert. En 1929 publicó en esa ciudad sus Cuatro Sones Cubanos, que suscitaron admiración entre notables músicos europeos de la época, pero no fueron conocidos en Cuba hasta la década de 1940, gracias a músicos como Hilario González y Julián Orbón.

Estos sones marcaron profundamente la obra de Borbolla como compositor y crearon una escuela, pues su estilo novedoso significaba una ruptura en relación con la escritura que provenía de Ignacio Cervantes, y proponía una proyección diferente de lo cubano.

En 1930 Borbolla regresó a Manzanillo sin haber culminado sus estudios, y se dedicó a la construcción de órganos junto a sus hermanos Francisco y Joaquín; afinó pianos y se especializó en la ebanistería.

Comenzó a escribir música para los cartones de órganos, pues nadie como él, que los construía, transformaba y restauraba, conocía las capacidades y posibilidades de esos instrumentos. Así nacieron “El Jorocón”, “Pimienta”, “El Cocalito”, “La Palanca”, “El Gozón”, los cuales han roto las barreras del tiempo y cuentan aún con la preferencia del público amante del órgano oriental. A las obras que escribió para el instrumento, Borbolla las llamó “organerías”.

A finales de 1951 Borbolla se trasladó a La Habana, para iniciar un proyecto de pedagogía musical, en estrecha vinculación con los conservatorios de la capital. Durante esa etapa confeccionó los cinco Cuadernos de Rítmicas Cubanas, encaminados a la enseñanza de la síncopa cubana, y escribió piezas originales para distintos instrumentos y formatos.

Por esos años inició también la elaboración de una Enciclopedia de la Música, que lo ocuparía por décadas y no llegaría a concluir.

Con más de ochenta años de edad regresó a su ciudad natal, a la que dedicó un libro aún inédito: Estampas de Manzanillo. En esa ocasión los manzanilleros le dedicaron un homenaje que el compositor recibió con su proverbial modestia: “No he trabajado buscando honores; lo único que me interesaba es ofrecer mi obra a mi país. Todo lo que he hecho es pensando en Cuba.”

Carlos Borbolla falleció en su casa del municipio Cotorro, en La Habana, el 12 de abril de 1990, a los 88 años de edad, dejando una copiosa obra musical inédita, pues se mantuvo trabajando hasta su muerte.

En 2002 el pianista Ulises Hernández produjo y grabó, para el sello Bis Music, el disco Danzoneo, que recoge la primera grabación mundial de las obras de Carlo Borbolla: Un son entre las palmas, Danza No. 1, Danza No. 2, Danza No. 3, Danza No. 4, Allá en Oriente, Ma'Teodora, Con un viejo tres, El manisero, Son 15, Lejanía, Orientalita, Son No. 11, y Montuno Son-montuno.