Vicente
González-Rubiera
Cortina

Vicente González-Rubiera Cortina
Foto
Radio Progreso
Guyún
Nacimiento:  
27
/
10
/
1908
Fallecimiento:  
29
/
9
/
1987

Guitarrista y pedagogo. Fue un pensador; y su pensamiento y amplia erudición hizo posibles sus notables aportes a la armonía y a la forma de tañer el instrumento, lo que le ganó, por derecho propio, un lugar en la escuela cubana de guitarra. Integró la trova, la guitarra clásica y la popular en un proceso polivalente, del cual fue un factor importante en el surgimiento de esa escuela.

Natural de Santiago de Cuba, fue un guitarrista importante armonista, y el profesor, quien aprovechó clásicos de guitarras técnicas para revivir el acompañamiento de la trova. Logró las mejores transcripciones para guitarra.

Realizó sus estudios con Isolina Carrillo, solfeo; Emilio Grenet, armonía; Fela González-Rubiera, José Bandera (Pepe Bandera), Sindo Garay y Severino López (alumno de Miguel Llobet), guitarra.

En 1928 se trasladó para La Habana. Originalmente, Guyún vino a La Habana para estudiar Medicina, pero la universidad estaba cerrada en virtud de Gerardo Machado, comenzó a tocar la guitarra para ganarse la vida y en 1929 era ya conocido en los medios artísticos por sus programas en las radioemisoras CMK, de Juan Brouwer, y CMBZ Radio Salas, con María Cervantes, y la orquesta de Antonio María Romeu con su cantante Barbarito Diez.

Ya en esa época utilizaba en sus acompañamientos armonías más nutridas y el ritmo arpegiado (los guitarristas de la trova tradicional lo empleaban rasgueado o rayado).

En 1935, Guyún viajó a Nueva York y allí grabó, como cantante y guitarrista, con la orquesta del compositor y pianista Nilo Menéndez, Mueve tu cintura, guaracha, de Eliseo Grenet, y Después de un beso, bolero, de Jorge Anckermann.

A su regreso a Cuba, continuó su vida como trovador, hasta que en 1938 se retira de la vida artística para dedicarse al estudio y la enseñanza de la armonía aplicada a la guitarra. Apareció en los filmes "El romance del palmar", en la que Rita Montaner interpretó "El manisero", de Moisés Simons, y Sucedió en La Habana, con María de los Ángeles Santana, Rita Montaner y Gonzalo Roig como director musical, en 1938, ambas dirigidas por Ramón Peón.

En 1943 conoció al guitarrista español Andrés Segovia, con quien mantuvo amistad. Su insaciable curiosidad e incansables estudios, le proporcionaron un vasto conocimiento de la ciencia y el arte. En tal sentido, es innegable su paciente labor como investigador de las leyes de la armonía y la técnica de la guitarra.

Fue un hombre inconforme con las verdades a medias, con los dogmas. Hombre exigente consigo mismo y con los demás, lo que le permitió descubrir no pocos errores en más de un tratado de armonía, así como definiciones incorrectas o incompletas, sobre todo en la teoría de la música, aun cuando estas se hayan repetido de por vida hasta convertirse en axiomas.

Él no fue un repetidor. Con frecuencia citaba este pensamiento de José Ingenieros: el maestro «no será un repetidor de programas que otros hacen y él no comprende [...]. Despertará capacidades con el ejemplo; enseñará a hacer, haciendo».

Por otra parte, consideraba que la verdad sólo tiene vigencia hasta que se demuestre lo contrario. Por ello creó su propio método, no se quedó en la crítica sin aportar soluciones.

Enamorado de su instrumento, le profesó una fidelidad inquebrantable. Esa vocación y dedicación a la música —todo su ser, todos sus actos lo conducen a ella—, por el saber humano fue tal, que cuanto tenía que ver con la cultura le interesó. Esto le proporcionó un vasto aparato teórico y conceptual, que le permitió adentrarse con la misma vehemencia en el campo de la psicología, la fisiología, la filosofía, la estética y la electrónica, pues no sólo fue un humanista.

Integró, con Jorge Mauri y Manuel Fontanal, el trío Lírico Cubano, con el que actuó en la Cuban Telephone Company; posteriormente formó un trío con Isolina Carrillo, piano, y Marcelino Guerra (Rapindey), voz segunda, con el que trabajó en CMQ.

Él comenzó a estudiar guitarra con Sindo Garay, y luego poco estudiada Severino López, quien tenía una excelente formación clásica en el Tárrega-Pujol tradición en España.

Guyún desarrolló un concepto moderno de la armonía y la manera de aplicar la técnica clásica a la música popular cubana. Se volvió más aventurera, y aún en la vena de Cuba, y en 1938 dejó de actuar para dedicarse a la enseñanza de la guitarra. Esto dio sus frutos, y dos generaciones de guitarristas cubanos dan testimonio de su influencia.

Él escribió un valioso libro, La guitarra: su Técnica y Armonía, y dos obras inéditas: Diccionario de Acordes y Un nuevo panorama de la modulación y Su Técnica.

Él fue muy elogiado por Andrés Segovia, en una visita a Cuba, y ocupó diversos cargos docentes. Uno de sus estudiantes fue el gran tresero Niño Rivera