Rochy
Ameneiro

Rochy Ameneiro
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Rochy

Destacada cantautora cubana considerada por la crítica como una de las cantantes más rigurosa de Cuba.

Rochy canta desde muy pequeña, fue fundadora cuando tenía 6 años de un programa infantil que se llamaba Escenario Escolar que dirigían Luciano Mesa y Virginia Wong.

Después se mantuvo cantando en movimientos de aficionados de los pioneros, la FEEM y luego la Universidad y años después de graduarse de Arquitecta participó en un Festival de la AHS donde la seleccionaron Proyecto Nacional de esa organización y a través de ellos fue que la evaluaron y pudo pasar a la vida profesional hace más de 15 años y es lo que marca el tiempo de su carrera artística como profesional.

Recordada será su gira nacional en la que estuvo acompañada de su grupo integrado por Roberto Luis Gómez en las guitarras, Mario Riaño en el bajo y David Suárez en la batería con un invitado especial en el piano que fue Tony Rodriguez. También les acompañó el cantautor Diego Gutiérrez y tuvieron otros invitados en cada provincia.

Todas Contracorriente
Rochy Ameneiro lidera hoy Todas Contracorriente un proyecto musical encaminado a fortalecer la cultura de paz, y enmarcado en la campaña nacional de lucha contra la violencia de género.

Rochy ha planteado que se trata de una letra con muchas lecturas y la intención apunta a que cada quien se lo apropie en su lucha personal por convertirse en un ser humano mejor.

"Nuestra idea es que se tome conciencia que desde la música, se pueden hacer muchas cosas a favor de mejorar la sociedad, pues en la actualidad algunas manifestaciones de este arte incitan a la violencia , a veces por desconocimiento de los propios creadores". "Estamos preocupados porque nuestros niños están recibiendo a través de la música mucha incitación a la violencia y quiero que dentro de lo posible los músicos se identifiquen con este problema y, además, la mujer cubana gane en autoestima".
argumenta la artista

Asistir a un concierto de Rochy es todo un acontecimiento cultural. El gran valor de Rochy comienza por la exquisitez del repertorio. En casi dos décadas de trabajo, no hay una concesión, una baladita tonta, una ligereza fuera de lugar: Rochy afronta siempre bellas canciones, sin renunciar a la gracia y la sensualidad. En los últimos tiempos, no disimula una cierta inclinación hacia los temas paródicos, que no hacen sino reforzar el convincente histrionismo de la intérprete. Ella canta con mucho arte, con mucho sentimiento, sin alardes, sin subrayados, sin rajarse las vestiduras ni formar un escándalo en el escenario a la primera oportunidad.

Rochy entona las verdades más trágicas de la forma más sutil: el estremecimiento que consigue es el que ha suscitado siempre el gran arte, y no el que viene del populismo. Solamente veo dos antecedentes de rigor en relación con la carrera de Rochy: la española Ana Belén (de hecho, en ciertos círculos, Rochy es llamada «la Ana Belén cubana»), y esa otra maravilla nacional que se nombra Miriam Ramos. Rigor cultural, elegancia, prestancia, respeto al público, emociones sobrias pero muy sentidas, son méritos que aúnan a las tres grandes divas de la nueva canción. Pero decía que nada de esto se lograba a contrapelo de la sensualidad.

La Rochy suda sensualidad por cada poro. Había que ver la gracia y el salero con que bailaba algunos temas, sorbía algún trago de ron, o hacía una anécdota con hilaridad. La artista demostró, otra vez, que la profundidad y la consistencia no tienen por qué amigarse con el tedio. Fue un concierto fluido, al cabo del cual los espectadores se quedaron colgados y clamaban por más. A veces he escuchado que Rochy no tiene ángel. Es verdad: no tiene ángel; tiene demonio. El demonio del arte mayor. En lo estrictamente musical, estuvo impecable. Sin abandonar un segundo la austeridad que la distingue, hizo bien en no escamotear los agudos, que adquirieron un color bellísimo y permitieron pasear lo mejor de su voz. No hay que temer a los riesgos: hay que sacar la voz. Rochy parece comprenderlo al cabo, y el resultado fue inmejorable. Luego, con tremenda delicadeza, hizo alarde de su oído privilegiado cuando rechazó los primeros acordes de una de las guitarras que, de momento, extravió la armonía. Sin herir a nadie, ofreciendo ella misma disculpas, la artista hizo recomenzar la canción, en nombre del respeto que el público merece. Fue un gesto típico de la ética habitual en la cantante. Esta fue la opinión del genial Rufo Caballero al evaluar el trabajo de Rochy en el memorable concierto de Rochy en el Teatro del Museo de Bellas Artes ,el desaparecido crítico Rufo Caballero terminaría diciendo:

Se lució particularmente en Dudas, Perdóname y Nube blanca, esta última junto a su autor, el maestro Augusto Blanca. Los invitados fueron de lujo: además de Augusto, Pepe Ordaz, Diego Gutiérrez (excelente el dúo a propósito del hit Sabor salado), Carlos Varela (quien estuvo brillante, al desgranar junto a Rochy una de sus preciosas canciones), Aldo López Gavilán, entre otros. López Gavilán volvió a demostrar su clase cuando respetó las armonías básicas de Juan Formell y Carlos Varela en las composiciones de Tal vez y Dudas, siempre filtradas por las notas de los excepcionales arreglos de Elmer Ferrer, pero no por ello dejó de crear todo el tiempo en el fraseo digital, apresuró el tempo, jugó con el ritmo, y regresó siempre al tono marcado por los compositores originales. El virtuosismo de Aldo López Gavilán, hoy por hoy uno de los mejores músicos cubanos, sencillamente no tiene nombre. Aunque no habría que demeritar, tampoco, el teclado del pianista invocado todo el tiempo como «El Piti», quien no se quedó atrás, y cuando Rochy cantó Agua, de Vanito, a petición del público, se dio también la libertad de las mareas y gozó adulterando levemente el diálogo entre melodía y armonía, sin desafinar, sin desviar el tema de su curso primordial. Ante tamaña virtud, la gente alucinaba, francamente. Fue un concierto memorable, a sala repleta, con personas —sobre todo jóvenes— sentadas en las escaleras, en los laterales, etcétera. Rochy demostró que se puede gustar sin necesidad de recurrir a recursos fáciles ni a manierismos de dudoso gusto. Fue un concierto extraordinario, que debemos agradecer al tino editorial de Colibrí y a la exigencia profesional del teatro del Museo de Bellas Artes

Discografía
Rochy tiene un primer disco que hizo por encargo de una disquera independiente que se llamaba Panamerican Production. Fue un disco de canciones hechas al Che y un trabajo que le gustó mucho hacer. De su repertorio habitual tiene dos discos: el 1ro. “Rochy” con la disquera Bismusic y el segundo “Dudas” con el sello Colibrí.

Entre el primer disco de Rochy y el segundo hay una pequeña diferencia: manteniéndose la seriedad y el apego a la canción inteligente, siempre aportadora de ideas y emociones intensas, el nuevo resulta musicalmente mucho más seductor. ¿Un guiño al mercado? Si así fuera, no estaría mal. Para nada. El mercado no es un mal necesario; puede ser un bien utilísimo, siempre que se lo invoque desde la cultura, el buen gusto y la autenticidad de los afectos.

Rochy es la madre del joven y prestigioso pianista Rodrigo García Ameneiro