Miguel Mariano Gómez Arias

Miguel Mariano Gómez Arias
Nacimiento:  
1889
Fallecimiento:  
1950

Político cubano. Presidente de la República en 1936. Hijo del Mayor General del Ejército Libertador cubano y también presidente de Cuba, José Miguel Gómez.

Siendo Alcalde de La Habana se opuso a la dictadura de Gerardo Machado por lo que al aprobarse la supresión de la Alcaldía por la reforma constitucional de 1928 fue despojado de su cargo. Junto a otros caudillos políticos tomó parte en la fracasada expedición de Río Verde, motivo por el cual fue enviado a prisión y luego tuvo que salir al exilio.

En 1936 fue electo presidente de la República. Su celo en el cargo y oposición al enriquecimiento de los militares a costa del tesoro del país le llevaron a enfrentarse con el jefe del ejército, Fulgencio Batista, quien presionó al Congreso de la nación para que le destituyera en diciembre de 1936.

Fue representante a la Cámara y en en 1926 fue electo Alcalde de La Habana. Se opuso a la dictadura del General Gerardo Machado y tomó parte en la fracasada expedición de Río Verde en 1931. Por este motivo fue arrestado y enviado aprisión. Luego tuvo que partir al exilio en Estados Unidos .

Regresó a Cuba después de la caída de Machado y fundó el Partido Acción Republicana. Se opuso a la Pentarquía y al Gobierno de los Cien Días y cuando Sumner Welles buscó el acercamiento de la oposición con el coronel Fulgencio Batista para propiciar el derrocamiento de Grau San Martín, aceptó que el exsargento septembrista permaneciera al frente del ejército a cambio de su apoyo a la reacción[1].

En mayo de 1936 fue electo Presidente de la República, con el apoyo del ya jefe del ejército, Fulgencio Batista. Aún con el relativo prestigio ganado durante su administración como alcalde de La Habana cuando se realizaron importantes obras como un hospital de maternidad y un hospital infantil, entre otras, su gobierno no logró contar con un fuerte apoyo de la opinión pública, dado el carácter espurio de su elección.

Desde casi, desde el primer momento tuvo una fuerte oposición política, sin que pudiese contar en el Congreso con una mayoría que le permitiese realizar su programa, situación que se agravó al perder el apoyo de una parte de los elementos que habían contribuido a su elección, especialmente, Fulgencio Batista.

Enfrentado con Batista, el Congreso de la República le acusó de interferir con la facultades del poder legislativo, a virtud de lo cual se acuerdó su destitución el 24 de diciembre de 1936.

Después de su destitución su vida política careció de relevancia.