Gustavo Eguren

Artes, literatura, Narrador, escritor, prosista, cuentista, investigador literario
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Nacimiento:  
6
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4
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1925
Fallecimiento:  
17
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12
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2010

Narrador, escritor, prosista, cuentista e investigador literario. De origen vasco. Aportó a las letras cubanas páginas de excelente factura y exquisito sentido del humor. Eguren se considera uno de los principales escritores cubanos contemporáneos.

Nació en Nueva Gerona, Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud). Hijo de padres inmigrantes Vascos. Cuando contaba con solo tres años es llevado por su familia a España, donde permaneció hasta los nueve años. Regresó a Cuba en medio de la gran crisis económica en 1934 y comenzó a escribir cuando tenía quince años.

Se graduó de Bachiller en Letras en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río en 1944 y obtuvo el título de Doctor en Derecho en la Universidad de La Habana en 1950. Por esa época formó parte de la dirección de la revista Pinar del Río y del Semanario Extra del Lunes. Antes del triunfo de la revolución desempeñó diversos trabajos. También se desempeñó en diferentes oficios como los de de cartero, maestro, vendedor ambulante y libretista de radio y televisión.

El año 1959 lo sorprende como jefe del Negociado de Pactos y Convenios del Ministerio del Trabajo. Solo había publicado dos cuentos en revistas y periódicos nacionales antes de esa fecha.

Entre 1960 y 1965 estuvo en La India, República Federal Alemana, Finlandia y Bélgica como diplomático. Luego, de vuelta a Cuba, fue nombrado asesor literario de la presidencia del Consejo Nacional de Cultura en 1967 y director nacional de literatura entre 1968 y 1969.

Entre 1969 y 1971 fue investigador literario en la Biblioteca Nacional José Martí. En el propio 1971 vuelve al Ministerio de Relaciones Exteriores donde es designado como encargado de negocios de Cuba en Bélgica entre 1971 y 1972. A partir de este año trabajó en el consejo de redacción de la revista Unión y luego formó parte del ejecutivo de la Sección de Literatura de la UNEAC.

Entregado por completo a la Revolución, se desempeñó como diplomático y trabajó posteriormente en el Consejo Nacional de Cultura y en la UNEAC. Su último trabajo literario consistió en desarrollar la jefatura en la redacción de narrativa de Ediciones UNION. Durante mucho tiempo, Eguren dedicó su atención al desarrollo de los jóvenes talentos literarios, agrupados en talleres de la Brigada y la Asociación Hermanos Saíz y del Ministerio de Cultura. Tambien se destaca en su quehacer el de haber sido jurado en concursos convocados por la UNEAC, el Consejo Nacional de Cultura, los CDR y el MINFAR.

Novelas y Publicaciones
La robla, que fue su primera novela, fue publicada en 1967. Dicha obra tiene cierto sentido autobiográfico y trata de recoger el ambiente español previo a la caída del rey Alfonso XIII y la instauración de la República, todo desde la visión de un niño de ocho años.

La cal en las paredes se publicó en 1971 y fue un libro que según el propio autor, se estuvo incubando durante mucho tiempo y parte de la idea de alguien que pretende, por todos los medios, aislarse del fenómeno de la Revolución, y del hecho casual de tener que pasar a diario frente a una casa, que otrora fuera una gran mansión del Vedado, y que ahora está a medio derruir, fruto de los tiempos convulsionados de la época. Este texto fue escrito de un tirón en un mes de licencia que el autor obtuvo mientras trabajaba en la Biblioteca Nacional.

Los lagartos no comen queso, es un libro de cuentos publicado en 1975 que aporta una visión grotesca y a la vez humorística, (aspecto este que nunca falta en las narraciones de Eguren) sobre la vida en el capitalismo cubano de antes del 1959, son historias basadas, según el propio autor, en la más estricta realidad, elaborada con recursos literarios.

Las aventuras de Gaspar Pérez de Muela Quieta, publicado en 1982, es uno de los pocos ejemplos de literatura picaresca en la narrativa nacional. Esta obra, que según el autor ha sido la que más trabajo le dio, sigue el molde clásico de la picaresca española y específicamente de El Buscón de Quevedo, y cuenta una historia que se desarrolla en los años finales de la dictadura de Batista, dándole a la narración la idea de un molde clásico pero actualizándose acorde con los tiempos en que se desarrolla la acción.

La fidelísima Habana, que se publica en 1986 y fruto de sus años de investigación en la Biblioteca Nacional, considerada obra monumental e imprescindible para el estudio de la historia de la capital del país, que a manera de collage reconstruye la historia de la Villa de San Cristóbal de La Habana desde su fundación hasta el final de la dominación española, tomando como fuente documentos de la época como actas del cabildo, cartas, documentos oficiales, testimonios de viajeros, y aportando información sobre cómo vivieron los habaneros durante toda su vida, sus costumbres, modas, hábitos alimenticios, colores, olores, relaciones sociales, etc. De dicha obra se dice que posiblemente no exista otra de tanto rigor y amor documentado de la ciudad.

Los papelillos de San Amiplín, que en 1997 publica Ediciones Unión, una joya del humor criollo, la ironía y la sátira. Al decir de Arturo Arango, su prologuista, el humor en Gustavo transitó en el tiempo de un “humor atrabiliario” en La robla, Algo para la palidez y Una ventana para el regreso y En la cal de las paredes, a una “picaresca de raíz clásica contaminada con el trazo grueso de la risa cubana” en Gaspar Pérez de Muela Quieta, y de ahí a un humor “indudablemente bilioso” en Los papelillos de San Amiplín.

Aparecidos en la Gaceta de Cuba desde 1973 y luego convertidos en libro, los “papelillos” llegaron a ser divertimento colectivo y según el propio Arturo en su ya citado prólogo: “los lectores de San Amiplín que frecuentábamos la Unión de Escritores nos entreteníamos en adivinar las correspondencias entre los personajes de Eguren y aquellas criaturas que (como el mismo Gustavo) pasaban las horas deambulando por pasillos, jardines y salones sin hacer otra cosa que hablar en voz baja y jugar ajedrez. Ahora que los papeles han crecido, (se refiere al texto publicado), también esas correspondencias se desvanecen. Más que personajes tangibles, aquí hay modelos de conducta”.

Pepe fue otra novela que Gustavo escribió y publicó en 1998, pero ya no con la intención de imitar la picaresca clásica quevediana, ya el pícaro era otro, uno contemporáneo, falto de escrúpulos y sin ninguna ética, que sabía aprovechar los resquicios del socialismo en construcción para aprovecharse de gratuidades, oportunidades y posibilidades, medrar con ellas y vivir una vida fácil. Quizás un antecedente de los “luchadores” de hoy.

Gustavo tiene además publicados los títulos siguientes: Algo para la palidez y una ventana para el regreso, Alguien llama a la puerta, La espada y la pared, El aire entre los dedos, y La televisión acaba con todo.

De sombras y apariencias, su última novela, publicada por Ediciones Unión en el 2002 es un monumento de la literatura cubana actual. A esta novela, el propio autor le agregó al final “De furias y penas, sombras y apariencias”]] y debajo, entre paréntesis: “Más que novela, scherzo, divertimento”.