José Manuel
Poveda

José Manuel Poveda
Mirval de Eteocles, Filián de Montalver, Darío Notho, Raúl de Nangis, Fabio Stabia, Alma Rubens
Nacimiento:  
23
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2
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1888
Fallecimiento:  
2
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1
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1926

Escritor cubano, autor del poema “El grito abuelo”, incluido en el libro Versos precursores (1917), considerado como el antecedente del Negrismo .

Nació en Santiago de Cuba. Cursó la primaria en Santo Domingo (República Dominicana), a donde se había trasladado su familia durante la Guerra de independencia, en Guantánamo (Oriente) y en Santiago de Cuba. A los once años de edad redactaba el semanario manuscrito titulado Cuba

Su primer trabajo impreso, de humorismo político, fue publicado, probablemente, en La Voz del Pueblo o en El Managüí. En 1902, ya en Santiago de Cuba con su familia, inicia el bachillerato. Con Marco Antonio Dolz y otros estudiantes fundó, ese mismo año, la revista El Estímulo. Se trasladó a La Habana en 1904. En el Instituto de la capital continuó el bachillerato y reeditó El Estímulo (1905), donde publicó su primer poema impreso. Colaboró además en Arpas Cubanas.

De regreso en Santiago de Cuba ese mismo año de 1905, editó Ciencias y Letras, en el que ocupó la jefatura de redacción, órgano del Instituto santiaguero, y trabajó como agente de El Estímulo, de La Habana. Colaboró en El Progreso (Gibara, Oriente), Urbi et Orbe (La Habana) y La Liga (Santiago de Cuba), y fue corresponsal de El Moderado (Matanzas) y La Opinión (Cienfuegos, Las Villas).

Editó, en 1906, El Gorro Frigio, semanario cómico-satírico. Ese mismo año trabaja como jefe de redacción de la revista Oriente en la que tiene a su cargo la sección «Baturrillo» y se gradúa de bachiller. Un año más tarde es jefe de redacción de Revista de Santiago, colabora en Cuba y América e inicia su interesante y fecunda relación epistolar con Regino E. Boti.

Tuvo a su cargo la redacción de Heraldo Nacionalista. En 1908 comienza a trabajar en el bufete del Dr. Rovira para adquirir experiencia profesional. Ese mismo año se trasladó de nuevo a La Habana. Colabora en El Pensil (1908-1910) y luego en Renacimiento (1910), de Santiago de Cuba, a través de las secciones «Vida literaria» y «Página extranjera», en las que publicaba sus trabajos sin firma y daba a conocer noticias de otros autores o traducciones de escritores extranjeros.

Por esa época fue el animador principal de un cenáculo literario integrado por escritores de intenciones renovadoras que se reunían en una casa situada en Calvario No. 18, de Santiago de Cuba, en la que residía el dominicano Sócrates Nolasco. De este grupo formaban parte, además del ya mencionado, Fernando Torralba, Alberto Giraudy, Luis Vázquez de Cuberos, entre otros.

Colaboró en La Independencia (1909-1911). En La Habana, en 1912, fundó Poveda la Sociedad de Estudios literarios, en la que pronunció conferencias. Dos años más tarde, desaparecida ésta, funda el Grupo Nacional de Acción de Arte, en el que también divulgó la cultura a través de sus conferencias. Colaboró, también, en Camagüey Ilustrado, Oriente Literario, Minerva (La Habana), El Estudiante (Matanzas), Orto (Manzanillo) desde sus inicios en 1912, El Fígaro, Letras, El Cubano Libre, Juvenil, Mercurio (Cienfuegos), Heraldo de Cuba, Cuba Contemporánea, El Estudiante (Santa Clara), El Sol (Marianao, La Habana), Labor Nueva (La Habana), La Defensa (Manzanillo).

Este último año sufre prisión por breve tiempo acusado de faltar al presidente de la República en una de sus «Crónicas». En 1921, después de haber cursado sus estudios universitarios de manera irregular, se graduó de Doctor en Derecho Civil en la Universidad de La Habana. Ese mismo año instaló su bufete profesional. A mediados de 1923 se dedicó por entero al ejercicio de la profesión. Trabajó como juez suplente de Manzanillo.

Durante años, a través de las publicaciones periódicas con las que estuvo más o menos vinculado y mediante su entusiasta labor de conferencista y traductor, realizó Poveda una amplia labor en la difusión de la literatura y de la cultura en general y trató los temas de la actualidad política del país en múltiples crónicas periodísticas.

Murió en Manzanillo, el 2 de enero de 1926. Después de su muerte, su esposa quemó todas las obras inéditas de Poveda, incluyendo algunas traducciones y una novela.

Bibliografía activa
Su obra lírica, junto con la de Regino Boti y Agustín Acosta, constituyen el legado más importante de los primeros años de la República.

De sus libros: Versos precursores (1917) y Proemios de cenáculo (1918), el primero fue el más significativo, y marcó un momento decisivo de renovación en la poesía cubana, donde se incluye su mejor poema "Sol de los humildes”. Con "El trapo heroico" trató de forma no triunfalista, pero con hondo sentido nacional, los asuntos de la Guerra de Independencia. En "El grito abuelo" se ha querido ver un antecedente de la posterior corriente de "poesía negra" o "afrocubana".

Sobresale su interés por cantar a los ambientes citadinos, tendencia en boga en la poesía de Cuba en la década de 1910.

Dejó importantes trabajos de carácter ensayístico. Sus poemas han aparecido en diversas antologías nacionales y extranjeras. Algunos han sido traducidos al inglés, al alemán y al ruso.

Es autor de varios relatos. Los manuscritos de su novela "Senderos de montaña" fueron destruidos por la esposa.

Tradujo textos de Henri de Regnier, Lorrain, Rodenbach, Bonville, Augusto de Armas, Stewart Merrill, entre otros.

Utilizó los seudónimos Mirval de Eteocles, Filián de Montalver, Darío Notho, Raúl de Nangis, Fabio Stabia y Alma Rubens, el más importante de todos, con el que firmó un grupo de poemas bajo el título de «Poemetos de Alma Rubens».

Poveda fue un mestizo que se revela no solo como poeta sino como un observador crítico de su época, reflejándola desde su condición social de marginado e inadaptado en un sistema que lo enajena y frustra:
“Después de todo sería inútil: no podría prescindir de mi mismo. Y por ahora, no hay realmente acción posible. Estamos aherrojados por dobles cadenas. Nos somos independientes. No somos sino una factoría colonial, obligada a trabajar, y a dar su cosecha y su fruto compelida por el látigo. Estamos desorganizados y envilecidos como una mala mesnada; no podemos defendernos. Un soplo de dispersión ha barrido las conciencias, y todo cuanto había de dignidad, pureza y valentía en las conciencias; un soplo de desilusión ha disgregado todas las energías creadoras del alma nacional. Somos la sombra de un pueblo, el sueño de una democracia, el ansia de una libertad. No existimos.”

Su rebeldía trató de encontrar una vía de acción a través del Grupo Nacional de Acción de Arte, asociación intelectual que aspiraba a preservar los más altos valores de la cultura nacional, como premisa para formar una patria nueva aupada sobre el pensamiento revolucionario de Antonio Maceo que había critica a los autonomista el tipo de sociedad que precisamente se enseñoreaba en la República de los primeros veinticinco años, una sociedad exclusivista, que no daba participación a los humildes, ni permitía que la independencia fuera total.

La claridad de las ideas de Poveda queda en sus escritos como continuación de esta línea de pensamiento de frustración y rebeldía ante la realidad que vive, por eso se expresa en términos duros y amargos, aunque sin encontrar solución:
“La intervención extraña, frustrando el sacrificio frustró la patria. “Entre nosotros” hay distancia y, “sobre nosotros” influencias. Se frustró el sacrificio y solo han triunfado los autonomistas. La paz de San Juan equivale a la Paz del Zanjón. Con la diferencia de que en Baraguá no ha protestado nadie esta vez”

Este es el revelador testimonio de un hombre “(…) que expresa, (…) el estado de incertidumbre y malestar en el que se debatía la conciencia nacional después de 1912, más allá de las pasiones partiditas de la época”

A pesar de su breve existencia, dejó un interesante legado poético que, sostenido por sus constantes preocupaciones innovadoras, anticipó algunas de las principales corrientes estéticas que después florecerían con brillantez en la literatura cubana, como la poesía negrista (o afro-antillana), el prosaísmo y la lírica de tono conversacional. Por la suma de estas genuinas intuiciones poéticas, unidas a su fecunda producción periodística, José Manuel Poveda está considerado como uno de los grandes renovadores de las Letras cubanas del siglo XX, en compañía de otros relevantes autores como Regino Eladio Boti y Agustín Acosta.

Inclinado desde su temprana juventud a la creación literaria y al estudio de las disciplinas humanísticas, cursó estudios superiores de Derecho en la Universidad de La Habana y se graduó como abogado, aunque apenas ejerció esta profesión, en parte debido a su entusiasta entrega a la escritura, y en parte también a causa la vida disoluta que llevó durante sus azarosos años juveniles, disipación que mermó considerablemente su fortaleza física y le condujo a un prematuro fallecimiento.

Las primeras composiciones poéticas de José Manuel Poveda, claramente influidas por el acento lírico de Rubén Darío, se encuadran dentro de ese posmodernismo (o "modernismo crepuscular") que se difundió por todo el ámbito creativo hispanoamericano durante los dos primeros decenios del siglo XX, con lúcidos y brillantes exponentes como el mejicano Ramón López Velarde, el argentino Baldomero Fernández Moreno o el colombiano Luis Carlos López. Ínsita en esta extendida estela del modernismo, la creación poética de Poveda se distinguió por su marcado carácter simbolista, heredero de la mejor tradición francesa que, en su momento, habían sabido aprovechar los poetas modernistas propiamente dichos. Empero, el mayor interés de su obra radica en las composiciones que, al lado de las recién mencionadas, se escapan al poderoso influjo de la poesía hispanoamericana precedente para vislumbrar nuevas posibilidades estéticas que, a la postre, acabarán triunfando en las diversas manifestaciones de la Vanguardia o en tendencias poéticas posteriores. Todo ello inserto en un admirable acabado formal del verso libre, el poema en prosa y otras innovaciones que, poco a poco, le fueron alejando de los temas y moldes propios del modernismo.

Particularmente significativo puede resultar, dentro de las inspiradas anticipaciones de la poesía de Poveda, el procedimiento de inventar una serie de autores apócrifos en los que el escritor de Santiago proyectó sus mayores esfuerzos renovadores, anticipándose -sin saberlo ni pretenderlo- a ese mago de los heterónimos que fue el portugués Fernando Pessoa. Así, v. gr., la supuesta poetisa Alma Rubens -"descubierta" por José Manuel Poveda en 1912- sobresale tanto por su lírica desenvuelta y transgresora, capaz de arremeter sin prejuicios contra los valores más rancios de la moral establecida, como por su impetuosa anticipación, en dos años, al nacimiento de los primeros heterónimos del vate lisboeta.

La temprana desaparición de José Manuel Poveda provocó que el poeta cubano sólo publicara en vida un volumen de versos, presentado bajo el intencionado y significativo epígrafe de Versos precursores (Manzanillo: Imprenta el Arte, 1917). El resto de su quehacer poético, así como buena parte de su más extensa producción prosística, fue apareciendo en diferentes obras publicadas muchos años después de su muerte, y destinadas a glosar la figura del poeta y difundir sus escritos que habían quedado inéditos. Así, hacia mediados del siglo XX vio la luz el libro titulado Proemios de cenáculo (La Habana: Ministerio de Educación, Dirección de Cultural, 1948), en el que la evocación del poeta de Santiago de Cuba corre a cargo de Rafael Esténger. Un cuarto de siglo después, salió de la imprenta el volumen titulado Órbita de José Manuel Poveda (La Habana: UNEAC, 1975), con una selección de sus mejores textos realizada por Alberto Rocasolano, quien también firma una semblanza biográfica y una bibliografía de Poveda. A comienzos de los años ochenta, el susodicho Rocasolano prologó la edición crítica de sus Prosas La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1980 y 1981), y unos años después hizo lo propio con su Obra poética (La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1988).

Fuente: MCNBiografias.com