Ignacio
Piñeiro
Martínez

Ignacio Piñeiro Martínez
Nacimiento:  
21
/
5
/
1888
Fallecimiento:  
12
/
3
/
1969

Ignacio Piñeiro fue un verdadero cronista de la época en que le tocó vivir, fundó el Sexteto Nacional primero, que luego se convertiría en Septeto, el cual llega hasta la actualidad sin renunciar a la esencia de la música tradicional de la Isla, la que defiende y muestra, con orgullo, a las nuevas generaciones.

Diversas fuentes consultadas coinciden en afirmar que él fue uno de esos casos síntesis que logró captar, desarrollar y expresar la riqueza plena del son, y por las modificaciones estructurales, cadencia, ritmo, empleo de melodías y letras depuradas lo convirtió en el son clásico, que todavía hace de las suyas en los bailables populares.

Autor de piezas muy conocidas y populares, Ignacio Piñeiro demostró raíces ancestrales y el don de convidar a cantar y bailar a quien escuchara las interpretaciones.

En 1906 ya conocía y había asimilado los distintos toques de los cabildos africanos que existían en el barrio de Pueblo Nuevo, que luego incorporó a algunas de sus creaciones.

Inició su carrera artística con el grupo claves y guaguancó El Timbre de Oro, posteriormente dirigió Los Roncos de Pueblo Nuevo, en el cual se desarrolló como decimista y director, a la vez que dio sus primeros pasos como compositor. De esta etapa son: Cuando tú, tu desengaño veas, Dónde estabas anoche, El Edén de Los Roncos, Mañana te espero, niña. Más tarde ingresó en el grupo Renacimiento de Pueblo Nuevo. A los valores folklóricos que Piñeiro cultivó en estas agrupaciones, le aportó un más amplio desarrollo melódico-armónico y una mayor profundidad y vuelo poético.

En 1926 fue uno de los fundadores, junto con María Teresa Vera, del Sexteto Occidente, con el cual realizó su primera gira a Estados Unidos con objeto de grabar un disco con esta agrupación.

En 1927 fundó el Sexteto Nacional, integrado por Ignacio Piñeiro, director y contrabajo; Alberto Villalón, guitarra; Francisco González Solares, tres; Abelardo Barroso, voz prima; Juan de la Cruz, tenor; Bienvenido León, barítono y maracas, y José Manuel Carrera Incharte (El Chino), bongó; ese mismo año se incorporó el trompetista Lázaro Herrera. Con este septeto viajó a Nueva York, y allí grabó sus primeras obras.

En 1929 participó con el Septeto Nacional en la Feria-Exposición de Sevilla, España; en ese país fueron contratados como artistas exclusivos por la empresa SEDECA, y realizaron una gira por otras ciudades de ese país: Vigo, La Coruña, Santander, Madrid y Valladolid; además, actuaron en los teatros Torero, Jovellanos, el Cine-Teatro Grado, y el cabaret Maicú, todos en Madrid.

En 1930 fue uno de los fundadores de la Asociación Nacional de Soneros Cubanos. Actúan en el cabaret Sans-Souci (1930); en 1931 se presentan en las radioemisoras Lavín y CMCG; en 1932, en el hotel Dos Hermanos, estrena Buey viejo; este mismo año viene a La Habana el compositor norteamericano George Gershwin, en la radioemisora CMCJ escuchó el son de Piñeiro Échale salsita, del que después utilizó el tema ejecutado en la trompeta en su Obertura cubana.

En 1933 actuó en la Feria-Exposición Un Siglo de Progreso, celebrada en Chicago, Estados Unidos. En 1934 Piñeiro se retira del septeto, que a partir de 1935 pasó a ser dirigido por el trompetista Lázaro Herrera. En 1954, reaparece Piñeiro al frente del septeto, con el que se presenta en el programa de televisión Música de Ayer y de Hoy.

Como compositor, Ignacio Piñeiro rompió —aunque tomó elementos de éste— con la forma del son oriental, en el que sus creadores utilizaban la cuarteta y la décima; ejemplo de esa ruptura es su son Buey viejo, de 1932:

"Carretero no maltrates a ese pobre buey tan viejo,
que ya dobla la cabeza por el peso de los tarros,
y por senda de guijarros va tirando la carreta,
y nunca llega a la meta, término de su dolor."

Piñeiro fue uno de esos casos síntesis que logró captar, desarrollar y expresar la riqueza plena del son. Las modificaciones estructurales, la cadencia, el ritmo y el empleo de melodías y letras depuradas, logradas por este creador e interpretada por el Septeto Nacional, hacen posible decir que la obra de este singular artista, si bien no marcó los deslindes del son (que correspondió al Sexteto Habanero), sí lo convirtió en un son que hoy podemos llamar clásico, que se convirtió en un modelo para su desarrollo ulterior.

Cuando Ignacio Piñeiro fundó el Septeto Nacional, su propósito fue que fuera un alto exponente del son cubano y de sus diversas variantes —él mismo hizo uso de esas variantes, al componer guajira-son, canción-son, afro-son—, por lo que trabajó con los elementos que le ofrecía el son oriental, al que impartió un tratamiento más amplio, tanto en lo musical como en lo literario.

Según Miriam Villa: «Si analizamos la organización del texto literario, observamos en su obra la utilización formal de eslabones métricamente heterogéneos sometidos al ritmo, caracterizado por la presencia de elementos acentuados y no acentuados dentro del sistema de unidades que se repiten a intervalos entre ellos.

A Piñeiro no debe haberle resultado preocupante el metro en el texto como patrón, ya que a través del ritmo de la composición logra las relaciones de contraste, haciendo que el cambio de metro exprese un cambio en el movimiento temático, bien a partir de intermitencias o acentuaciones o a veces de ambas que le imprimen diversos matices semánticos y alternancias de tensiones y distensiones [...].»

Y en otra parte plantea Villa: «Otro aspecto que con relación al texto literario se refleja en la labor creativa de Piñeiro es el de los contenidos temáticos; éstos se muestran a partir de una diversificación con mayor alcance en relación con sus contemporáneos. Su obra puede dividirse en múltiples temas entre los se encuentran el amor, la patria, la reflexión filosófica, la política, lo bucólico, lo infantil, expresados en diversidad de formas: satírica, apologética, humorística y con mayor profundidad que en la producción sonera que le antecedió e incluso con la que compartió [...].»

Con el Septeto Nacional, Piñeiro aparece en el corto musical El frutero, y en el filme Nosotros la música, de realizador Rogelio París.

Obras
Afro-son, Abarreime eteifón, Canto lucumí, Dichosa Habana, Drumi ñaño.

Canción
Canción de cuna, Comedia de amor, Donde crece el amor.

Canción-son
A gozar mujeres, Alivia sin dolor, Como ninguna.

Conga
Adelante senador, Alegres sonidos, Aprovecha, Caramelito pa’chupá, Caramelito pa’ti, Come come, Dale el golpe, Déjala, La chonono.

Danzón
Club Cubaneleco, Hay que moverse.

Guaguancó
Cadencia que electriza, Cuando tu desengaño veas, Dónde estabas anoche, El desengaño, El edén de Los Roncos, Mañana te espero, niña, En la cáscara de coco, Guaguancó callejero, Guaguancó mamá, Guaguancó papá.

Guaguancó-son
A divertirse, señores.

Guajira-son
Alegre floresta, Alma guajira, 1928; Arriba guajiro, Canta la vueltabajera, Eco melodioso, En una lejana campiña, Eterna primavera, Mi son genuino, 1927.

Guaracha
Borincano, Como todo un macho, El cocinero oreja, La sangre vibra.

Guaracha-son
El guanajo relleno, 1933.

Pregón
La maraquera.

Rumba
Diana la rumbera, Dónde andabas anoche, 1908; Eterna novedad, Hay que bailarle suave, Más calentico, 1933.

Rumba-son
Coco mai-mai, Los rumberos de La Habana.

Son
A cogerlo, A gozar del vaivén, Acordes del bongó, A sonar las maracas y el bongó, Ahora se ríe, Al decir que sí, Allá en Jovellanos, Aquella noche, Arrocha cubano, Arrullo, Así, Asturias patria querida, Bamboleando, Bardo, 1933; Boquita chiquita, Buey viejo, 1931; Busca el alfiler, Camagüeyana, Canta trovador, Carita de virgencita, Castigador, Como voy a sufrir, Contentura, Cuatro palomas, 1927; Cubaneo, Cumbre florida, Chaquetón, Dámelo, De pura miel, Déjame reír, Desvelada, Dichosa suegra, Don lengua, Dudas, Dulce vocerío, Échale salsita, 1933; El castigador, El globero, El oso polar, El que quita las penas, El rey de los bongoseros, Entre preciosos palmares, Entre tinieblas, 1933; Esas no son cubanas,1927; Esencia y matiz, Fernanda, Ganaste tú, Garita roja, Granito de misterio, Incitadora región, Juégame limpio, La cachimba de San Juan, La Hada misteriosa, La Mañunga, La mulata cubana, Las cuatro palomas, Lejana campiña, Mentira, Salomé, 1932; Mi son genuino, No juegues con los santos, 1928; Pero qué lengua, Que bonita es, Quién será mi bien, Suavecito, 1930.

Son-montuno
A cuerda limpia, Allá en el monte, Arriba guajiro, Bururú barará, El montuno llegó, El montuno se siente, La batidora.

Villancico
Clave al niño Jesús, Clave armoniosa.

El legado musical de Ignacio Piñeiro alcanza la actualidad, del cual se nutren músicos e interpretes para mantener vivas las raíces que tuvieron, de cierta manera, la responsabilidad de perfeccionar y fortalecer la identidad en los cubanos.

Si no... Que levante la mano a quien no se la hayan ido los pies en cualquier escenario, cuando escucha el ritmo que viene del Septeto Nacional: "suavecito, suavecito, suavecito es como me gusta a mí ..."