Hortensia
Pichardo
Viñals

Hortensia Pichardo
Foto
Habana Radio
Nacimiento:  
22
/
1
/
1904
Fallecimiento:  
21
/
6
/
2001

Historiadora y pedagoga cubana. Se destacó por su labor de investigación en archivos, por la que dio a conocer documentos significativos para la historia de Cuba.

Hortensia Pichardo Viñals nació en La Habana. Era nieta de Esteban Pichardo Tapia, autor de obras relevantes en varias áreas del saber, entre las que sobresalen el primer texto de geografía y el primer mapa de Cuba de profunda exactitud, así como el primer diccionario de voces cubanas. En un ambiente familiar caracterizado por el amor a la cultura, transcurrió la infancia de la que llegaría a ser renombrada investigadora de la historia de su país.

Ingresó en la Escuela Normal de Maestros de La Habana en 1917. Tras concluir la enseñanza general, matriculó la carrera de Pedagogía en la Universidad de La Habana, optando por la modalidad de la enseñanza libre. Su trabajo de tesis, que defendió en 1924, se tituló “El Colegio de San Cristóbal de La Habana”.

En el transcurso de sus estudios de pedagogía conoció a Fernando Portuondo, quien también llegaría a ser un destacado historiador, autor de obras que enriquecieron la historiografía cubana. Contrajeron matrimonio el 5 de octubre de 1927.

Con posterioridad, Hortensia Pichardo cursó la carrera de Filosofía y Letras, y su tesis doctoral, “Mercedes Matamoros, su Vida y su Obra”, tuvo que quedar pendiente hasta 1934, a consecuencia del cierre de la Universidad decretado por el dictador Gerardo Machado.

Durante el transcurso de aquella crisis política, en la década de 1930, la familia trasladó su residencia a la ciudad de Santiago de Cuba, donde Fernando Portuondo laboró como inspector escolar, mientras Hortensia Pichardo se desempeñaba como maestra en una escuela pública. Desde entonces, comenzó a poner en práctica los criterios pedagógicos que caracterizarían su actividad docente posterior.

Más tarde fue maestra rural en el sitio de Los Cocos, del municipio de Sagua de Tánamo, donde enseñó a los niños a entonar el Himno Nacional, que hasta entonces nunca habían escuchado. En 1937 la familia regresó a La Habana, y Portuondo comenzó a escribir su Historia de Cuba, la cual constituiría una obra clásica de la historiografía nacional.

En 1944, Hortensia Pichardo fue nombrada profesora del Instituto de la Víbora, en La Habana, donde impartió diferentes disciplinas, como Historia de Cuba e Historia Antigua, Medieval, Moderna, Contemporánea y de América.

Durante esa etapa de su vida profesoral continuó ampliando sus criterios pedagógicos, fundamentados en la utilización de medios audiovisuales, la búsqueda rigurosa de fuentes documentales originales y la promoción de una participación activa de los estudiantes. Con este modo de proceder consiguió muy positivos resultados, pues sus alumnos se habituaban a priorizar el estudio de las fuentes primarias. Esta sería la base sobre la cual Hortensia Pichardo fue adelantando en la que sería su contribución más relevante a la historiografía cubana: su colección de Documentos para la Historia de Cuba.

A inicios de la década de 1960, pasó a integrar el claustro de la recién creada Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana, donde tuvo a su cargo la cátedra de Técnica de la Investigación Histórica. Trasmitió rigurosamente a sus alumnos el principio insoslayable de que investigar debe ser, más que leer, un complejo proceso de búsqueda, organización y procesamiento de información original, para poder acometer un análisis científico de los procesos históricos.

En tal sentido, para quienes tuvieron el privilegio de ser sus alumnos -algunos de ellos prestigiosos historiadores cubanos en la actualidad- fueron memorables las sesiones de trabajo con la Dra. Pichardo en la Sala Colección Cubana de la Biblioteca Nacional "José Martí" y en el Archivo Nacional de Cuba, destinadas a entrenarlos de manera práctica en la utilización adecuada de los documentos, y a adentrarlos en el complejo proceso de la investigación histórica.

Así, mostraba a sus alumnos cómo se debía abordar el documento, textualmente, tal y como aparecía en la fuente, respetando su ortografía y redacción, así como el estilo de su autor –informativos de su momento histórico-, para que se educaran en el criterio de la complejidad de esa labor, pues consideraba que el profesor debía consagrarse a la investigación para ofrecer a sus discípulos lo mejor de sí, con vistas a conseguir los más altos resultados.

Simultáneamente con Técnica de la Investigación Histórica, se desempeñó también en la referida Escuela universitaria, como profesora de las asignaturas de Historiografía General -con un programa que abarcaba desde la Biblia hasta obras contemporáneas-, y de Historiografía de Cuba, recomendando siempre la lectura como premisa imprescindible del trabajo, y muy particularmente para los futuros historiadores.

Nunca aceptó las inexactitudes, y su esfuerzo estuvo siempre encaminado a situar los hechos históricos en su justo lugar. Ejemplo de ello fue su lucha porque no se denominara “Grito de Yara”, sino “Alzamiento de La Demajagua”, al acontecimiento ocurrido el 10 de octubre de 1868, que dio inicio a la Guerra de los Diez Años; ni “Grito de Baire”, sino “Alzamiento de Oriente”, a los acontecimientos del 24 de febrero de 1895, que reiniciaron las luchas por la emancipación de la Isla con la Guerra de Independencia de los cubanos contra la dominación colonial española.

Como evidencia del valor que la doctora Pichardo otorgaba a los conocimientos históricos en la formación de valores patrios, es ejemplar su artículo “Los niños de la calle”, donde argumentó la necesidad de ofrecer sesiones en las escuelas y hogares infantiles, donde se explicaran las causas que dieron origen a la Revolución Cubana que triunfó en 1959.

De particular significación es su extensa obra historiográfica, plasmada en numerosos libros y artículos relacionados con la historia de Cuba, los cuales vieron la luz en diversas casas editoriales y en publicaciones periódicas como el Anuario de Estudios Martianos, la Revista Bimestre Cubana, la revista Bohemia, la Revista de la Biblioteca Nacional "José Martí", la Revista de la Universidad de La Habana, la revista Islas y la revista Santiago.

Igualmente, Hortensia Pichardo se destacó por su amplia participación en reuniones científicas nacionales e internacionales.

Fue miembro del Tribunal Nacional de Categorías Científicas y del Tribunal Nacional de Grados Científicos en Ciencias Históricas. Asimismo, formó parte de la Sociedad de Estudios Históricos e Internacionales -una de las corporaciones que más contribuyó al desarrollo de la cultura cubana-, e integró como miembro la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC).

Ostentó el grado de Doctora en Ciencias Históricas y la condición de Profesora de Mérito de la Universidad de La Habana, y se le confirieron la Orden "Carlos J. Finlay", la Orden "Ana Betancourt" y la Distinción “Por la Cultura Nacional”. Otros importantes reconocimientos y condecoraciones que recibió fueron la Medalla "150 Aniversario del natalicio del general Máximo Gómez"; la Medalla "150 Aniversario del natalicio de Calixto García"; la Medalla "250 Aniversario de la Universidad de La Habana"; la Orden "Carlos Manuel de Céspedes", y el Premio Nacional de Ciencias Sociales (1995). Hortensia Pichardo Viñals falleció en la ciudad de La Habana, el 21 de junio del año 2001.