Emiliano Florentino
Morales
Hernández

Emiliano Florentino Morales Hernández
Nacimiento:  
5
/
1
/
1909
Fallecimiento:  
26
/
5
/
1998

Escritor, poeta, investigador

Florentino fue regalo de Reyes Magos para sus primerizos padres: Eulogio e Irene. El alumbramiento tuvo lugar en la finca Dagame, demarcada en el barrio de Yaguaramas, aunque el matrimonio vivía en otra propiedad rural cercana, llamada Diego.Algo nómada sería la familia Morales, engrosada luego con la llegada de los pequeños Isabel, José, Úrsula y Rolando. En el testimonio biográfico que casi al final de sus días, Florentino dejó a Doris Era y José Díaz Roque para la revista Ariel, recordó el periplo que los llevó durante su primera infancia a los poblados matanceros de Calimete y Cantel.

Para 1919 residían en Yaguaramas, de donde el futuro escritor recordaba al maestro Tirso Giraud, un profesor muy flaco al que los discípulos sacaban de sus casillas pisándole los numerosos callos. Dos años más tarde anclaban en la finca La Angelina, por la vuelta de Matún, donde Don Eulogio compró una colonia que tributaba sus cañas a los molinos del central Cieneguita. Durante una clase de composición en la escuela de Matún, a los 13 años, lo visitó por primera vez la musa de la poesía. Dos hermosos camellos cierto día/ en un hermoso prado se encontraron/ y uno al otro con sorna le decía:/ que montaña tan grande te pegaron. Al final, la moraleja: A su vista, señores, no se atengan/ pues ningún camello su joroba ve/ aunque dos metros de tamaño tenga.

Del año 1922 guardaba un recuerdo indeleble. Su padre lo trajo a Cienfuegos. El Terry anunciaba La Fiesta de la Canción Cubana y en el parque Martí abundaban las fuentes con pececitos de colores. Mientras en su campiña de tierras rojizas leía a Verne y a Edmundo de Amicis, seguía probando suerte con versos y fabulaciones, hasta ver por primera vez su nombre en letra impresa. Corría 1924 cuando el Heraldo de Aguada publicó su soneto Bolívar y le colmó de elogios, que más tarde el propio autor sabría inmerecidos. Pero había dejado de ser un bardo adolescente e inédito. El deambular económico de la familia los llevó al batey del desaparecido ingenio Laberinto, en la zona de Abreus. Tratar de investigar y componer la historia del viejo trapiche resultó la aproximación inicial a la que luego sería pasión de su vida.

En 1927 la familia volvió a migrar. Esta vez al central Cienaguita, en la propia comarca abreuense, donde el joven poeta trabajó como tenedor de libros y cajero pagador, al tiempo que hacía las veces de corresponsal deportivo para el diario La Correspondencia. Al año siguiente la fábrica dejó de moler para siempre y el protagonista de esta historia consiguió empleo en la Junta Electoral Municipal. El semanario El Damujino, fundado en Abreus en 1930, lo tiene como responsable de su plana literaria. Ese mismo año intenta venir a Cienfuegos en ocasión de la visita del poeta granadino Federico García Lorca, pero los ahorros comunes con otros muchachos de inquietudes culturales no alcanzaron para sufragar el viaje.

Antes de trasladarse definitivamente a Cienfuegos en 1933, fundó en Abreus, Génesis, un tabloide de ocho páginas que sólo tuvo seis ediciones.La vida intelectual de Florentino en la ciudad semeja un torrente que desborda el cauce de esta columna. Recién llegado publica en la imprenta de Bustamante el poemario Zigzag, cuyos gastos asume. Repetiría la experiencia en 1953 con Caracol. Desde su cargo de vicepresidente del Ateneo resalta como uno de los principales promotores culturales de Cienfuegos a partir de finales de los años 30.

En 1948 traspasó por primera vez los límites de la Isla. Por esa época ya había unido su vida a la de Elpidia y gozaba de una desahogada posición económica como hombre de confianza en la empresa de los Castaño. Viajó a Venezuela y se llegó hasta la frontera con Colombia. Colocó un pie en tierra de la antigua Nueva Granada, para decir que también la había visitado, matizaría luego en un acto de buen humor. La década de los '50 lo llevaría por varios países de Centroamérica, México, Estados Unidos y Canadá.

De 1960 a 1979 estuvo dedicado a estudiar la teoría literaria y a zambullirse en archivos y bibliotecas nacionales, de los que sacó 50 000 fichas sobre la historia de Cienfuegos. El viernes 16 de diciembre de 1966 la Academia Cubana de la Lengua, presidida entonces por el hispanista José María Chacón y Calvo, le concede un sillón como Académico Correspondiente en una ceremonia cuyas palabras de exultación fueron pronunciadas por el poeta Agustín Acosta.

Atendió la sección literaria de El Damujino (Abreus, Cienfuegos, 1930-1931) y La Correspondencia (1958-1959), fundó la revista Génesis en 1932, fue redactor de la revista del Ateneo de Cienfuegos y secretario de esa institución, y colaborador de varias revistas nacionales, miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNIHC), del Comité de Desarrollo Monumental y Ambiental y de la Comisión Provincial de Historia del Partido Comunista de Cuba (PCC) de Cienfuegos.

Impartió numerosos cursos y conferencias, y la Dirección Provincial de Cultura le confirió el premio Jagua por su sostenido trabajo cultural (1998).