Hilda Alonso Llevada

Sor Hilda Alonso
Foto
El Nuevo Herald
Nacimiento:  
10
/
2
/
1921
Fallecimiento:  
5
/
7
/
2022

Sor Hilda Alonso, una piadosa religiosa cubana que fundó la comunidad de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul en Miami, dedicada al cuidado de los pobres, quien antes de vivir en el exilio fue directora del Colegio La Inmaculada en La Habana. Vivió 101 años.

Con su distinguido espíritu de humildad, sencillez y caridad e impulsada por el amor de Cristo y una vida de contemplación y oración profundas, Sor Hilda fue portadora de alegría y de esperanza en su trabajo de servicio a los más marginados de la sociedad, no solo en Miami y en Cuba, sino también en Puerto Rico y en Haití.

Hilda nació en San Juan y Martínez, en la vega de tabacos “La Perla del Rosario”, Pinar del Río, en el extremo occidental de Cuba. Hija de una familia cristiana, sus padres Ramón y Catalina, tuvo dos hermanos, Alicia y Riselo.

Estudió en el Colegio La Inmaculada y en 1946 obtuvo un doctorado en Educación en la Universidad de La Habana.

Ingresó en la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl el 25 de mayo de 1946, en La Habana, haciendo sus primeros votos en 1951.

A partir de ese año hasta 1959, se desempeñó como directora del Colegio La Inmaculada, luego Directora y Superiora del Colegio de Belén, en Santiago de Cuba, Oriente. Trabajó con gran entusiasmo por la niñez y la juventud cubanas.

Salió de Cuba en 1961 y se convirtió en Principal del Colegio La Milagrosa en Ponce, Puerto Rico, y Superiora de la Casa de estudio, una residencia para jóvenes universitarias.

Llegó a Miami en el verano de 1971 para trabajar en la parroquia del Gesú con los cubanos recién llegados acompañada por una delegación de cinco Hermanas, respondiendo a una invitación del arzobispo Coleman Carroll que tenía el objetivo de mitigar las dificultades pastorales que afrontaba la Iglesia católica en la atención de la grey hispana tras la llegada, en el curso de la década anterior, de miles de cubanos católicos practicantes desprovistos de los más mínimos recursos.

El arzobispo Carroll asignó a las Hijas de la Caridad a la Iglesia Gesù, la parroquia católica más antigua de Miami, en el downtown, donde operaba el Centro Hispano Católico, cuyos servicios a los refugiados abarcaban asistencia médica y dental, cuidado infantil, orientación psicológica, clases de inglés y cursos de bachillerato en español.

En 1972 regresa a Puerto Rico después de ser nombrada Provincial de las Hijas de la Caridad, en esta demarcación. También fundó la misión de las Hijas de la Caridad en Haití.

Desde su regreso a Miami en 1981, Sor Hilda trabajó como Directora del programa de educación religiosa en la Parroquia San Vicente de Paúl en Miami. Durante muchos años ha trabajado para la misiones de Haití y Cuba, enviando grandes donaciones.

También se ha ocupado de la dirección espiritual de la Asociación de Antiguas Alumnas de las escuelas de las Hijas de la Caridad de Cuba. Fue en la Ermita donde más corazones conquistaron con su catolicismo misionero y bondadosas sonrisas. En el santuario, cumplen labores asistenciales, consolando y animando a los quebrantados; asisten en la oficina administrativa; realizan labores manuales; participan en las plegarias y en el canto festivo de la liturgia. También son responsables de las moniciones para la misa, distribuyen las lecturas y velan por la música sacra.

El ocho de octubre de 2008, después de sufrir Cuba dos fuertes huracanes en menos de una semana, monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez, entonces arzobispo de Camagüey y Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, le escribe estas palabras a Sor Hilda en nombre de los obispos cubanos:

“¡Qué ilusión nos ha dado! ¡Qué caridad nos han manifestado! ¡Qué esperanza han suscitado! ¡Qué paz conocer que el amor vive y es capaz de auxiliar a pesar de tantas dificultades! ¡Qué alegría saber que las Hijas de la Caridad crecen en amor y hacen que la misericordia crezca en otras personas!”

La carta fue leída y entregada personalmente por monseñor Juan de Dios Hernández Ruiz, obispo auxiliar de La Habana.

Sor Hilda se mantuvo activa, dirigiendo la recolección y envío de contenedores con alimentos, medicinas y otros insumos a las misiones en Haití y Cuba, hasta retirarse en 2014, a los 93 años, por motivos de salud.


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